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Llega su última hora al honrado viejo, hallándose en San Cloud el Emperador; le participan que el senador Vieillard está agonizando; corre á Paris, acude á casa del moribundo, penetra en la alcoba, Vieillard espira, y Napoleon recibe el aliento postrero de aquel grande hombre; de aquel hombre ignorado hoy, pero que es sin disputa uno de los caractéres más bellos con que puede honrarse la historia moderna.

Y la figura del padre se transformaba y reconocía á Basilio, agonizando y dirigiéndola miradas de reproche. La desgraciada se levantaba, oraba, lloraba, invocaba á su madre, á la muerte, y hubo un momento en que, rendida por el terror, á no haber sido de noche habría corrido derecha al convento, suceda lo que suceda.

Estaba Sabel fresca y apetecible como nunca, y las floridas carnes de su arremangado brazo, el brillo cobrizo de las conchas de su pelo, la melosa ternura y sensualidad de sus ojos azules, parecían contrastar con la situación, con la mujer que sufría atroces tormentos, medio agonizando, a corta distancia de allí. Hacía tiempo que el marqués no veía de cerca a Sabel.

Veían aún cómo entraba la avalancha de los hombres con casco en sus tranquilos pueblos: las casas cubiertas de llamas repentinamente, la soldadesca haciendo fuego sobre los que huían, las mujeres agonizando destrozadas bajo la aguda persistencia del ultraje carnal, los ancianos quemados vivos, los niños deshechos á sablazos en sus cunas, todos los sadismos de la bestia humana enardecida por el alcohol y la impunidad... Algunos octogenarios contaban, llorando, cómo los soldados de un pueblo civilizado cortaban los pechos á las mujeres para clavarlos en las puertas, cómo paseaban á guisa de trofeo un recién nacido ensartado en una bayoneta, cómo fusilaban á los ancianos en el mismo sillón donde los tenía inmóviles su dolorosa vejez, torturándoles antes con burlescos suplicios.

Cuando nos paseábamos por los jardines de San Martino, tal vez estaba agonizando de hambre, de sufrir martirios, ¡y yo, como una heroína de novela, como una colegiala loca, besándome contigo, haciéndote promesas!... Además, ¡la llegada del telegrama en la misma tarde que ibas á venir , como algo definitivo en mi existencia! ¿No vea una intervención superior, un castigo á mi maldad?

Pero enseguida protesto yo y le desafío a que me siga con la escopeta al hombro, o con el bastón en la mano por sierras y montes arriba, a la tostera del sol de junio o con las nieves de enero; y entonces se descubren las máculas que hay debajo del revoque, y falla la máxima esa; porque es bien seguro que cuando yo comience a jadear, está usted agonizando. Eso se vería, ¡canástoles!

Diógenes dio una gran voz, un grito doloroso, como si acabara de pronunciar una blasfemia; quiso arrojarse de la cama, incorporarse siquiera, y le faltaron las fuerzas, cayendo pesadamente, levantando los brazos, agitando las manos, lanzando bramidos ininteligibles, extraños balbuceos que parecían retratar la emoción de una fiera agonizando en su caverna.

Es pronto aún para misa de alba. Felicita no la oyó. Telva insistía. Felicita dijo, como hablando para : Anselmo está agonizando. Llegaron a la fonda del Comercio. Estaba abierta y había un camarero de guardia. Don Anselmo se muere dijo Felicita. , señora, espicha sin remedio respondió el camarero. Voy a su habitación. Enséñeme el camino ordenó Felicita.

Se acordó que velara Facia, que no se acostara Chisco y que durmiera yo como las liebres; y con ello se marcharon Lita y su madre con Neluco, despidiéndose ellas «hasta mañana» y él «hasta luego»; se fueron quedando a oscuras aquellos destartalados y fríos ámbitos de la casona; creció con las tinieblas el silencio, y pasó un buen rato, mientras la mujer gris aderezaba el velón, sin que yo viera otra cosa en derredor mío que las mortecinas ascuas agonizando entre las cenizas del brasero, ni oyera otros rumores que los de la trabajosa labor del respirar de mi tío en el fondo de la alcoba, y los del acompasado y monótono fluir de las canales sobre el encharcado goterial.

La última luz del crepúsculo, agonizando estremecida en los interiores, le sumergía en ansiedad inexplicable.