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A veces se aparecían también, a guisa de sorprendentes cometas, las ricas cubanas de Amézaga, con sus sombreros extraordinarios, sus sombrillas monumentales y sus atavíos caprichosos, destilados siempre a la quinta esencia de la moda. Pilar las distinguía de cien leguas, por sus famosos sombreros, imposibles de confundir con otro tocado alguno.

¿Te ha gustado el arreglo de tu cuarto? continuó ella, al mismo tiempo que por sus ojos dulces y tristes pasaba un débil fulgor de malicia. A guisa de respuesta posé humildemente en sus labios un beso de agradecimiento. ¡, bésame, bésame otra vez! dijo ella. Tu boca es tan bella, tan ardiente: da calor al cuerpo y al alma. Y un nuevo calofrío la sacudió. Un instante después entró Roberto.

Si está sirviendo, se despide y deja de servir; y ya no cose, ni lava, ni plancha, ni friega, ni guisa, sino para su marido y para sus hijos. El hombre, salvo en raras ocasiones, es quien trabaja, busca y granjea o garbea lo necesario para el sostén de toda la familia.

¡Ah! es verdad... ahora recuerdo; sólo que no recuerdo para lo que os he llamado... os necesitaba para algo. Quevedo no contestó. ¿Sabéis que tengo frío, don Francisco? dijo el rey. Andan los tiempos muy crudos, señor contestó Quevedo. Efectivamente, han dado en decir de estos tiempos que si son crudos, que si son cocidos. ¿Sabéis si se guisa algo bueno por el alcázar?

Antes de servir la comida puso sobre la mesa, á guisa de aperitivo, una botella ventruda de vino del país, un néctar de las laderas del Vesubio, con un lejano sabor de azufre. Freya tenía sed y le inspiraba recelo el agua de esta trattoria.

Pues bien, sobrino dijo el general , con esas bellas composiciones hizo bastantes méritos para que le recibiesen de colaborador en un periódico de oposición. Ya caigo dijo Rafael , y adivino lo que sucedió, porque es una farsa que se representa todos los días. Cortó la pluma a guisa de mandíbula asnal y, armado con ella, atacó a los filisteos del poder.

Así es que esa gran jaragana, que no se cuida de otra cosa en todo el día, sino de hacer gorgoritos como el agua al fuego, ni le guisa la comida a su padre, que tiene que guisársela él mismo, ni le cuida la ropa; de manera que tiene usted que cuidársela.

Siguió hablando de esta guisa, yendo y viniendo. Ramiro le escuchaba atentamente, seducido por la inesperada emoción de aquella catilinaria que, con decir todo lo contrario de lo que vociferaba en sus discursos Bracamonte, exaltábale, asimismo, de modo heroico y soberbio. Un criado trajo la primera vianda.

Y sobre este pedazo á guisa de mesa colocaron la baraja y comenzaron su brisca, D. Prisco montado, el capitán en pie con los codos apoyados sobre la montura. Después de los tres juegos echaron otros tres y después otros tres... Otros tres en seguida... Hasta que la noche los sorprendió en tan interesante situación.

El mayoral, en el pescante, entre el cupé y la berlina, como un Phaeton que conduce su alado carro. El zagal, á su lado, ó prendido de un garfio del pescante, á guisa de apéndice. El delantero, á caballo sobre la bestia primera de la fila izquierda, dando la direccion á las diez mulas.