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Horribles eran aquellas frecuentes luchas; pero V., cuando triunfaba, triunfaba, no sólo de , sino de los ángeles que me asistían; de mi fe profunda; del cielo, á quien yo invocaba; del principio del honor arraigado en mi alma, y de mi conciencia acusadora y severa contra misma. V., que sólo buscaba alegría y deleite, se fatigó de luchar. Así me liberté del cautiverio infame.

El pequeño Febrer, con la curiosidad excitada por estas maravillas, quería saber más, y su acompañante llamaba a los viejos pescadores, que le enseñaban la roca en que había puesto los pies el santo mientras invocaba el auxilio de Dios antes de embarcarse. Una montaña de tierra adentro, vista desde el puerto, tenía la forma de un fraile encapuchado.

»El horrible buitre que con su pico y sus garras destroza el pecho de mi hija volvía a hacer presa en ella y entonces yo, prosternado y con la frente inclinada, invocaba a Dios diciendo: ¡Dios mío, escucha mis súplicas! ¡no me abandones! ¡Si tu providencia infinita no ayuda a mi ciencia desmedrada y estéril, mi hija y yo estamos perdidos!

Yo si me encontrase en la China y me viese en semejante apuro, primero invocaba al santo más desconocido del calendario que á Confucio ó á Budha. Si esto es superioridad manifiesta del catoliscismo ó inconsistencia ilógica é inconsecuente de los cerebros de raza amarilla, el estudio profundo de la antropología lo podrá solamente dilucidar.

Viendo Zumacaze el caso desesperado y más pesaroso de perder la bienaventuranza sin el bautismo que la vida corporal, volvió su confianza toda á la Santísima Virgen, cuyas alabanzas y poder había oído muchas veces, y por eso la invocaba con frecuencia, diciendo: «Señora mía, creo que sois la verdadera Madre de las gentes, y que la diosa Quipoci es un diablo engañador; creo en y en Jesucristo, y te suplico no permitas que yo muera infiel, para que no me condene eternamente; quitadme esta fiebre, hasta que recibido el santo bautismo, te pueda ir á ver allá en el cielo

Sus padrinos le habían puesto, al bautizarle, Sebastián; pero, como era natural de Frognac-les-Mauriac, departamento de Cantal, invocaba a su patrón bajo el nombre de Chan Chebachtián. Todo hace presumir que había escrito su nombre con ch; pero, afortunadamente, no sabía escribir.

Como no podían levantar las manos, pedían gracia besando el polvo ó adelantando la cabeza: quien hablaba de sus hijos, quien de su madre que se quedaba sin amparo; el uno prometía dinero, el otro invocaba á Dios, pero ya los cañones se habían bajado y una horrorosa descarga los hizo enmudecer. Entonces empezaron los tiroteos contra los que estaban en la altura, que se coronó poco á poco de humo.

Se rindió. ¡El hijo de Vegallana, del primer aristócrata, venía a suplicarle que volviera al Casino! Oh, aquello era demasiado. No pudo sostener la fortaleza de su resolución. Después de todo dijo en el mero hecho de haberse restablecido la legislación que yo invocaba... ya puedo pisar sin desdoro aquel pavimento.... Pues claro que puede usted pisar.

Invocaba la autoridad del Embajador Parry, que le había dado cartas, diciendo: «Por eso me dirijo á V. M. y apelo á su justicia, poniendo por delante su nombre y palabra para que se sirva examinar con prudencia, pesar y decidir si el punto á que han llegado las cosas, según la ley natural, conviene á la Majestad real y es debido á un extranjero no desconocido en el mundo y que se ha fiado en tal palabra.

Si al volver de la proscripción, cuando Caseros invocaba a Facundo para alistarse entre los jefes de la milicia y entre los estadistas de la organización, todavía siguió invocándolo treinta años después, como una de las fuerzas que derrocaron la tiranía de Rosas y como una de las más vivientes páginas de la literatura americana.