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¡Bruto! ¡Salvaje!... ¡Ruso! Le pareció esto poco, y se mantuvo silenciosa un segundo, buscando una injuria mayor. Los recuerdos de la niñez le dieron ayuda; las leyendas oídas allá en sus tierras á los mestizos le sugirieron un nuevo insulto, como si Miguel Fedor fuese Hernán Cortés. ¡Español!... ¡Asesino de indios!

En una cabaña semejante a la nuestra, pero algo más rústica, y de la que sólo dista un tiro de fusil, habita nuestro guarda, con su esposa y sus dos hijos mayores: la moza, que prepara la comida de los hombres y compone las redes para la pesca; y el mozo, que ayuda a su padre a levantar las artes y a vigilar las compuertas de los estanques.

4.ª Que independientemente, mientras no se le completara la renta dicha, se le darían cada año 2.000 escudos de ayuda de costa en avisos de gracias que él tendría cuidado de buscar. 5.ª Que para habilitarse por de pronto en la situación de Consejero con que le honraba S. M., se le dieran en el acto 2.000 escudos.

Nunca podrá usted conseguir conocer a fondo toda su viveza e ingenio, o sus motivos. ¿Y no puede usted adivinar la razón que ha tenido para dejarle su secreto? añadió, como si hubiese sido un pensamiento repentino. Lo ha hecho sólo por gratitud. Pude en cierta ocasión prestarle una pequeña ayuda. Lo .

La travesía no ofrece peligro alguno, porque el tronco es ancho y en caso de necesidad, se puede pasar resbalando con ayuda de las manos; pero es preferible pasar á la orilla opuesta conservando la posición vertical sirviéndose de los brazos como de un balancín.

«Yo me lavo las manos dijo el otro . Yo estoy viendo venir un cataclismo, y francamente, cuando he sabido que la Unión liberal, que es un partido de gobierno, que es un partido de orden, que es un partido serio, ayuda a los revolucionarios, qué quiere usted... no veo la cosa tan negra...».

Juntamente con esto, me decía que fuese yo a ser el rector del tal colegio. Preguntéle al portador si Su Majestad le había dado para alguna ayuda de costa. Respondióme que ni por pensamiento.

Aprovechando aquellos momentos de flaqueza del terrible cura, con la ayuda de su madrina alquiló una casita no muy lejos de la iglesia y se trasladó a ella. Una antigua criada de D.ª Eloisa vino a servirle y a ser su ama de gobierno.

A Francisco Vergara: de tal manera floreció siempre vuestra España por la amenidad y fertilidad de su suelo, por la fecundidad y abundancia de sus ingenios eminentes y por sus glorias bélicas, que sólo le faltaba, para alcanzar la suprema felicidad, añadir á esos timbres los de las ciencias y las letras, en las cuales ha adelantado de tal suerte, con ayuda de Dios, que á todas las demás regiones, notables en este sentido por sus progresos, puede servir ya de envidia ó de ejemplo.

Los ojos de Juan Claudio chispeaban; el doctor preguntaba siempre dónde se hallaba situada la ambulancia; Materne y sus hijos alargaban el cuello y apretaban las mandíbulas, y el vinillo añejo, acudiendo en ayuda de la imaginación, aumentaba el entusiasmo cada momento más: «¡Ah, los granujas! ¡ah, bandidos! ¡Cuidado, cuidado, no ha terminado todo!...»