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Y lo que es más esencial, puesto que forma la parte más importante de la poesía dramática, lleva al espectador al paraje céntrico, desde el cual columbra en el conjunto su verdadera perspectiva, y contempla todo el círculo de los esfuerzos hechos por los personajes que intervienen en la fábula, y el resorte más íntimo que la produce.

Lo guarnece un soldado ó cabo, con nombre de comandante, y dos hombres, pagados, de los que viven en los ranchos. Salí del expresado fuerte en demanda de la posta del Zanjon, siguiendo hasta aquí desde la Guardia de la Esquina en la direccion de la posta de Gutierrez, O 6° NO: distancia computada, 21 y media leguas, que se reducen á 19 y una tercia: esta posta dista del Saladillo 7 leguas.

¿Qué sucede, mi buena amiga la dijo el duque después de los saludos , que así me alegráis y asustáis al mismo tiempo, viniendo á mi casa? Sucede... sucede mucho... dijo la duquesa muchísimo. Adverso debe ser, porque tenéis señales de haber sufrido. Me he reconciliado con doña Clara Soldevilla. ¡Cómo! ¿con nuestra eterna enemiga? Desde hoy, duque, doña Clara es mi mejor amiga: es mi hija.

Desde que se atraviesa el centro de la estrella lacustre llamado Kreuztrichter, y se pasa por en medio de Woegis y Kirsiten, teniendo á la izquierda la costa del canton de Schwyz y á la derecha la del de Unterwalden, todo cambia de aspecto y adquiere el sello de la majestad y la hermosura agreste.

El bueno de Tremontorio siguió largo rato consolando, á su manera, á aquellas pobres mujeres, hasta que el grupo, compacto siempre y cada vez más numeroso con la turba de chiquillos que se le iban agregando á su paso, cambió de rumbo al llegar al Consulado, y se internó en la población; y yo, que maquinalmente le había seguido escuchando á Tremontorio desde la Punta del Muelle hasta aquel sitio, perdíle en él de vista y continué hacia la Ribera, vivamente impresionado con las escenas de que había sido testigo aquella tarde.

, cuyas órdenes habian sido obedecidas desde las orillas del Ródano al Desierto, te humillaste á recibir las de una ciudad hasta entonces desconocida, las de la ciudad de Baeza.

He sido un santo postizo, que no he sabido resistir y desengañarte desde el principio, como hubiera sido justo; y ahora no acierto tampoco a ser un caballero, un galán, un amante fino, que sabe agradecer en cuanto valen los favores de su dama. No comprendo qué viste en para prendarte de ese modo.

Ella subió a su dormitorio y se arrojó sobre la cama, tan confusa como emocionada. Un punto luminoso que brillaba en un ángulo de la estancia atrajo su atención. La llama de la lámpara se reflejaba en un pequeño globo del yodómetro. Desde lo más profundo de su corazón bendijo aquel aparato bienhechor que le había devuelto la vida y le había de devolver las fuerzas en algunos días.

Desde el primer «ensayo de mesa», hasta que la obra, mal aprendida aún, «baja á la concha», ¡cuántas horas monótonas, cuántas repeticiones, cuántos tanteos baldíos, cuántas energías apagadas en el martirio, sin gritos ni gestos, de la paciencia!... Al principio, el autor experimenta un placer inefable «en oírse». «Todo eso, tan bonito y «que suena» tan bien piensa, lo he escrito yo...»

Después el gobernador dirigió desde el tablado la palabra al pueblo, y aunque su discurso no llegó a más de tres o cuatro metros de distancia, el pueblo comprendió en seguida con admirable instinto que rebosaba de elocuencia y se entusiasmó de un modo frenético.