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Los otros no tenían nada que hacer, no servían para nada, y esto los ocupaba, mientras la divertía a ella; les hacía matar el tiempo a ellos y a ella también... Pero Zuzie no se reprochaba ninguna coquetería con Juan; pues se daba cuenta de su mérito y superioridad sobre los demás; comprendía que era hombre capaz de sufrir seriamente, y madama Scott no quería esto.

De esta comparación y examen resalta su verdadera superioridad como dramático, y el fuego íntimo y vital que anima sus obras.

El Comendador apuró todas las razones, empleó todos los tonos, pero singularmente el de la súplica; D. Carlos le contestó varias veces de mal humor, y fué menester la prudente superioridad del Comendador para calmar y contener á D. Carlos y evitar que llegase á ofender á quien le aconsejaba y casi le mandaba.

No los escucho, los oigo respondió la Bonnetable ofendida por la observación de la abuela, lo que no es lo mismo afirmó con un tono de superioridad aplastante... Esos chismes, como usted los llama, enseñan por lo menos a conocer a las personas de que se habla... Como no sirvan precisamente para lo contrario rectificó la abuela descontenta.

Esta superioridad se fue señalando cada vez más con el trascurso del tiempo; los caminos que los dos amigos tomaron contribuyeron poderosamente a ello.

Durara aún la homilía, acompañada de blandos golpecitos en los hombros, a no interrumpirla la trepidación del tren, brusca como la realidad. Produjose confusión momentánea. Se apresuró el novio a despedirse de todo el mundo con cierta llaneza cordial, donde ojos expertos podían advertir matices de afectación y superioridad protectora.

Ríos, uno de los cómicos que vagaban de un lugar á otro, y que desempeña el principal papel en El viaje entretenido, de Rojas, era natural de Toledo, y murió en el año de 1610, siendo celebrado por Lope de Vega en la obra citada, á causa de su superioridad en el género cómico, y de la naturalidad y gracia de su estilo.

Sobre todo, desde que le han hecho hijo predilecto de la Iglesia, te aseguro que se había puesto irresistible. Me hablaba con un tono de superioridad y hasta de compasión que me hería; estaba distraído, me contradecía en todo lo que hablaba y se manifestaba tan frío que me dejaba casi todos los días llorando.

Morsamor sacó la espada, le recibió con calma y paró con inaudita destreza todas sus cuchilladas y estocadas. Repugnaba Morsamor darle muerte. Estaba seguro de su inmensa superioridad.

La superioridad de esta comedia no consiste tanto en la intriga, cuanto en la ingeniosa pintura de los caracteres, aunque á veces éstos degeneran más de lo necesario en caricaturas burlescas.