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No crea usted, como algunos, que esto fué una iniciativa del soberano de Mónaco. Muchos príncipes alemanes habían apelado á la misma industria para el sostenimiento de sus dominios. Es una invención germánica. Mas el juego á orillas del Mediterráneo, bajo un sol invernal que rara vez se muestra infiel, resulta otra cosa que en un Estado del centro de Europa... Al principio no marchó el negocio.

EL CONDE. ¡Representas bastante bien la comedia, hija mía! Sin embargo... Astolfo, refiere lo que has visto. ASTOLFO. Estábamos aquí, en este mismo escalón... EL CONDE. ¡Más aprisa, muchacho! lacónico. ASTOLFO. Y vimos de repente a alguien, que llevaba una vieja capa y parecía un criado, abrazar a la condesa. «¡Qué desgracia! me dijo el conde . Mi hija le es infiel a su prometido.

Este, pues, sacado del monte donde vivía como bruto por el infatigable celo del P. Lucas Caballero, apenas había puesto el pie en la reducción de San Joseph, cuando cayó enfermo; é imaginando que aquellos dolores eran otros lamentos y súplicas de su alma, hambrienta de los placeres y deleites pasados, se condenó á mismo de demasiado ligero, y poco á poco se volvió á sus pensamientos antiguos, y en sus deseos se volvió infiel en su corazón, ó por mejor decir, bestia.

Yo no ato ningún cabo, ni ese es el camino, Sr. Nones dijo Isidora, dándose, en su despecho, el gusto de remedar un poco el estilo del notario. Ahora lo veremos. Se busca al cómplice de Tomás Rufete, a quien Andréu despidió hace años por infiel. Es medio químico y muy hábil; pero su principal habilidad está en huir de la justicia.

Ana ordena á sus damas que se retiren, y cree estar entonces sola con Carlos. Este devuelve á su infiel amada las prendas de su antigua pasión, y ella le asegura que sólo á él ama; que la corona de Enrique tiene valor á sus ojos; la persona del Rey, no. Carlos tira al suelo las tiernas cartas de la Reina, y se aleja lleno de indignación y de desprecio.

Perdone usted a ese pobre criado que ha obrado sin saber lo que hacía, y dígame qué es lo que puedo hacer en su obsequio. Secose los ojos la esposa infiel. Volvieron a humedecérsele y volvió a secarlos.

Fija una hora de la noche, para que cada enamorado celebre una entrevista con su amada. Pero todos son engañados: el infiel Florencio se encuentra con Lisena, en vez de la otra dama; la supuesta hermana de Florencio se ve en los brazos de aquél á quien había abandonado, y los demás pretendientes, cada uno por su estilo, se encuentran también burlados.

Doña María se apresura entonces á revelar al Gobernador la traición de Don Manuel, y en seguida se hace á la mar con ella en otro buque para alcanzar al fugitivo y arrancarle su hijo. La escena inmediata representa un huracán espantoso, que se ensaña contra el navío en donde van Don Manuel y Doña Leonor. El amante infiel comienza entonces á presentir que le persigue la Justicia Divina.

La madre que hizo esa fechoría tuvo por marido, es decir, por padre legal de la novia, a un estafador, huido de su patria después por temor a la justicia; y esto lo sabe también ese Madrid que murmura y alborota; la misma mujer, que fue desleal, infiel, antes de casada, continuó siendo esposa adúltera; y cuando enviudó, no tuvo el diablo por dónde desecharla.

A lo largo de los muros, los grandes frescos de Bayeu y Maella representando los trabajos y grandezas de San Eulogio, sus predicaciones en tierra de moros y las crueldades de la gente infiel de gran turbante y enormes bigotes que golpea al santo.