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No tuvo que andar mucho para encontrar la puerta que buscaba. , allí era. Bien reconocía la muestra que años atrás estaba en la calle de la Torrecilla, y que decía clarito, con azules caracteres, Cacharrería.

En tan negro desamparo, elevé mi pensamiento hacia Dios; y tampoco hallé el consuelo que buscaba, porque no tuve fuerzas para llegar a tan alto en tan mala compañía. La conciencia de mis culpas me cerraba todos los caminos que yo intentaba seguir mendigando un instante de sosiego. ¡Como si le mereciera!

Cuando el duque, aprovechando una ocasión, la decía amores, doña Juana se callaba, se ponía encendida y buscaba en la conversación general una defensa contra las solicitudes del duque. Si éste la encontraba sola en su casa, doña Juana llamaba inmediatamente á sus doncellas. Si el duque la seguía á la iglesia, la duquesa no levantaba la vista de su libro de devociones.

Ana se vio en su tocador en una soledad que la asustaba y daba frío.... ¡Un hijo, un hijo hubiera puesto fin a tanta angustia, en todas aquellas luchas de su espíritu ocioso, que buscaba fuera del centro natural de la vida, fuera del hogar, pábulo para el afán de amor, objeto para la sed de sacrificios!...

Si no hubiera sido por la benevolencia del señor Seton y de usted, yo habría seguido vagando, tal vez, hasta morir en algún camino. ¿Y qué es lo que su papá buscaba? le pregunté. Seguramente, él se lo debió decir. No, nunca me lo dijo. Ignoro la razón que tuvo para andar tres años recorriendo toda Inglaterra. Tenía un fin expreso, no hay duda, que al cabo realizó, pero jamás me reveló lo que era.

Su frente era como un jazmín harto de aurora, Con mucho de románticos amores soñadora Y mucho de los rayos de luna. Dulcemente. Señor: Pues esta niña estaba abandonada Por el rajhá, ocupado en combates sin fin, Y como ya muriera su madre, infortunada, Ahora buscaba amor y aroma en el jardín.

Al cabo, perdiendo en cada luz una esperanza, como Colón antes de ver la tierra que buscaba; salvando nuevos precipicios y lloviendo siempre y haciendo cada vez más frío, llegó la expedición a puerto de seguridad.

Ciertas ficciones poéticas parece que tienen entonces realidad, y se cree en el dudain, que buscaba Raquel harta de ser estéril; en el loto, que hacía olvidarse de todo a los compañeros de Ulises; y en el nepentes, que alegraba el alma, y que dio a Telémaco Elena.

Pensé o imaginé, no obstante, multitud de cosas que vinieron a complicar aquel sentir sencillo y alegre. Anhelaba yo y buscaba desde hacía tiempo formar o estrechar vínculos de amistad con alguien que me comprendiese y en quien yo pudiese poner toda mi confianza y desahogar mi pecho.

Rafael le había agarrado la mano con una de sus garras, zarandeándolo como a un niño, al mismo tiempo que con la otra buscaba su navaja, con ademán tan resuelto, que el Chivo se detenía, a pesar de que el señorito le llamaba a grandes voces para que matase a aquel hombre.