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Dudó unos instantes; como la mayor parte de los hombres, no gustaba de explicaciones, pues en realidad era un carácter violento, más bien que fuerte; el acento tranquilo de su mujer le imponía, aunque le irritaba. Siguiola, pues, pero con más enojo que antes.

Entraba siempre con el sombrero echado atrás, afectando una grosería de maneras que no tenía, imitando los modales y hasta el andar de los borrachos, arrastrando las palabras, pero absteniéndose de beber con disculpa de mal de estómago, en realidad porque se mareaba y embrutecía a la segunda copa.

¿Quién sabe si el mar aborda detrás del eco postrero de la canción lenta y sorda que, recostado en la borda, canta el bravo marinero? Mi ser tras de ti se lanza; sólo allí, en la inmensidad, el alma a entrever alcanza de su insegura esperanza la anhelada realidad. Del infinito en presencia, sólo la vital esencia puede sentir explicable el eterno e insondable misterio de la existencia.

En realidad no faltaba motivo para ello. Porque si bien jamás había sido confiado y cariñoso, hasta los últimos tiempos no llevó sus recelos al extremo ridículo de no consentir que la persona que hablase con su amo moviese poco ó mucho los pies.

Un puñado de arena que venía del parque les volvió al sentido de la realidad. Es mi padrino, que se impacienta ... Y tiene razón ... Vámonos. ¿Por dónde? Por la puerta. Pero, está cerrada por fuera.... ¿No es más que eso?

Comenzó a pasar las noches en continuo ensueño, viéndole a él, siempre a él, hermoso como un ángel, asombrando a los hombres con su grandeza; siendo lo más extraño que al día siguiente, contemplándolo en su realidad, lo encontraba no como era, sino embellecido con los mismos atractivos de la nocturna visión. ¡También ! exclamó Maltrana . ¡También sueñas!...

Todo lo que la ilusión reviste de sombrío y terrible el fondo del Mayon, la realidad lo presenta en su exterior de sonriente, grandioso y sublime.

Negar la realidad objetiva de muchas cosas y convertirlas en productos de nuestro cerebro y de nuestros nervios sobreexcitados no deja de ser inexplicable maravilla.

No, misterio no gritó Teodoro con cierto espanto es el horrendo desplome de las ilusiones, es el brusco golpe de la realidad, de esa niveladora implacable que se ha interpuesto al fin entre esos dos nobles seres. ¡Yo he traído esa realidad, yo! ¡Oh!, ¡qué misterio! repitió Florentina, que no comprendía bien por el estado de su ánimo.

Muchas veces he visto tildadas de inverosímiles escenas ó sucesos que no he hecho más que trasladar de la realidad. En cambio nadie ha encontrado inverosímiles aquellos que he inventado.