United States or Belarus ? Vote for the TOP Country of the Week !


Hoy por hoy, con su cuello mórbido y gracioso, el seno firme y decidido, que aspira á levantarse hacia la barba, su cintura delicada, los brazos redondos y macizos, las manos breves de uñas sonrosadas y sus pies inverosímiles, la condesa de Trevia es una mujer hecha á torno.

Nada de hombros altos y estrechos, nada de inverosímiles caderas como las que se ven en los grabados de figurines, que traen a la memoria la muñeca rellena de serrín y paja; sino una mujer conforme, no al tipo convencional de la moda de una época, pero al tipo eterno de la forma femenina, tal cual la quisieron natura y arte.

Después de la victoria ocultan aún con más cuidado su origen, amontonando sobre él testimonios contradictorios e inverosímiles.

Muchas veces he visto tildadas de inverosímiles escenas ó sucesos que no he hecho más que trasladar de la realidad. En cambio nadie ha encontrado inverosímiles aquellos que he inventado.

Esto me anima, sin recelo de pasar por inventor de inverosímiles tramoyas, a hablar aquí del maestro Raimundico.

Las relaciones entre Juanita y Antoñuelo tal vez parecerán inverosímiles a quien piense someramente en ello; pero yo creo que son más naturales y frecuentes de lo que se imagina. Desde la infancia habían vivido en la mayor intimidad Antoñuelo y Juanita. Con cortísima diferencia, tenían la misma edad, y podía asegurarse que se habían criado juntos.

Si ellos construían un navío grande, con numerosos cañones, nosotros al momento empezábamos en nuestros astilleros otros navíos más enormes, hasta llegar á proporciones inverosímiles, que parecían un reto al buen sentido y á todas las leyes físicas.

Lázaro se quedó absorto, y apenas creía que lo dijera aquello el hombre intransigente que tantas recriminaciones le había hecho por sus ideas liberales; pero acostumbrado ya á las cosas raras é inverosímiles, no se preocupó mucho. Llegó la hora de comer, y la santa ceremonia del pan de cada día fué tan silenciosa, que aquella casa parecía de duelo.

Hace dos años estuve en Madrid y llevé una obra a la Zarzuela y otra a Apolo... Me hicieron ir y venir muchas veces; me daban mil excusas inverosímiles; yo estaba ya cansado. Y al fin me dijeron que habían leído las obras y que les parecían anticuadas. Anticuadas, ¿por qué? El arte, ¿puede nunca ser anticuado?

Hasta la llegada de la noche vivió una existencia de ensueño; creyó seguir las inverosímiles aventuras de una pesadilla. Pero esta pesadilla era agradable y sus delirios no los inspiraba el terror, sino el entusiasmo. Se vió en la plaza de la Concordia. La muchedumbre, rugiendo cantos patrióticos, hacía rodar los cañones cogidos á los alemanes que estaban expuestos en la gran plaza.