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Lo vio Mesía que adoraba este gesto de la Regenta, y sin poder contenerse, fuera de su plan, natura naturans, exclamó: ¡Qué monísima! ¡qué monísima! Pero lo dijo con voz ronca, sin conciencia de que hablaba, muy bajo, sin alarde de atrevimiento. Fue una fuga de pasión, que por lo mismo importaba más que una flor insípida, y no era una desfachatez.

El demonio que te entienda... ¡Qué jerga! ¡Qué bonitos ojos tienes! Tonto... Vamos a ver las fieras. No me da la gana. ¿Qué más fiera que ? El león. ¡Leoncitos a !... Esos dos hoyuelos que te abrió Natura entre el músculo maseter y el orbicular me tienen fuera de ... No te pongas seria, porque desaparecen los hoyuelos. Vámonos de aquí dijo Isidora con fastidio.

Es cierto de notar su gran ventura Con ser un débil ser tan imperfecto: Cuanto hoy tiene criado la natura, Las mugeres lo tienen muy sujeto. Decid, no es de llorar tal desventura, Que rindan las mugeres al perfecto, Al sábio, al necio, al pobre y al que es rico, Al Rey, y caballero y pastorcico.

Quejémonos de la ignorancia de ese poder brutal que esteriliza para y para las provincias los dones que natura prodigó al pueblo que extravía. Buenos Aires, en lugar de mandar ahora luces, riqueza y prosperidad al interior, mándale solo cadenas, hordas exterminadoras y tiranuelos subalternos. ¡También se venga del mal que las provincias le hicieron con prepararle a Rosas!

Nada de hombros altos y estrechos, nada de inverosímiles caderas como las que se ven en los grabados de figurines, que traen a la memoria la muñeca rellena de serrín y paja; sino una mujer conforme, no al tipo convencional de la moda de una época, pero al tipo eterno de la forma femenina, tal cual la quisieron natura y arte.

Pues dice en su escritura, A lágrimas, y llanto en demasía, Inclinada bien es de su natura, Envidia y querimonia la seguia, Flojedad, y pereza y detractura: Mas dice de ella un bien; que se contenta Con muy poco manjar y se sustenta.

Oíd, las damas bellas, este canto, A quien ha repartido la natura De su grande valor, y bienes tanto, Que se huelga de ver ya su hechura; Causaros ha á vosotras mas espanto, Por ser de delicada compostura, Y llorareis con migo un mal tamaño, De desastrado fin y crudo daño.

No me preguntéis por las facciones de su cara, ni por las dimensiones de su cuerpo..... Allí, como en todas partes, per troppo variar natura é bella..... Hay, pues, Granadinas morenas y Granadinas blancas; de pelo negro, de pelo castaño y de pelo rubio; altas y bajas; delgadas y gordas; feas y bonitas.

Hay también otra sentencia macarrónica, llena de verdad, que reza de este modo: Quod natura non dat, Salamanca non proestad, de la cual puede inferirse, según buena lógica, que la madre naturaleza no ha menester de Salamanca, o dígase de hondos estudios y largo trato de mundo, para hacer muy sutiles y entendidos a aquellos a quienes gusta de favorecer, aun cuando sean mujeres, y mujeres de lugar.

En la existencia del viajero, el recuerdo de una localidad determinada, reviste el colorido que le trasmite la edad y el criterio del observador: si, con el correr del tiempo, regresa y quiere hacer revivir in natura la impresión de antaño, sólo cosechará desilusiones, porque pasan los años, se modifica el criterio y las cosas cambian.