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¿No me ha dicho usted que está seguro de que el camino se hará si yo le voto? Si llego a ser diputado. Que es lo mismo, según yo voy observando. Pues bueno. El día en que el Gobierno, o la provincia..., o el demonio, haga el camino, recoge usted su depósito... y en paz.

, , invención mía fue. El que ha llevado tantas riquezas a la señora será otro, algún D. Romualdo de pega... hechura del demonio... No, no, el de pega es el mío... No , no . Vámonos, Almudena. Pensemos en que estás malo, que necesitas pasar la noche bien abrigadito.

No se oía ruido alguno, á excepción del zumbar del viento, y el chasquido de una ventana que el viento cerraba de tiempo en tiempo, produciendo un golpe seco y desagradable. La duquesa seguía engolfada en su lectura. De repente se estremeció y palideció. Había llegado á un pasaje en que el demonio estaba retratado tan de mano maestra, que la duquesa tuvo miedo, y cerró el libro santiguándose.

Y como aquellas gentes que, medio dormidas aún, creen salir de un sueño penoso haciendo algún movimiento violento, exclamó: ¡Que el infierno se lleve a Melia, a sus estúpidos consejos y a mismo por haber sido tan tonto en seguirlos! ¿He de dejarme intimidar por esas mojigangas, buenas para asustar a las mujeres y a los niños? ¡No, voto a tal! no se dirá que Kernok... ¡Ea! prometida del demonio, habla pronto; tengo que marcharme. ¿Me oyes?

32 Y saliendo ellos, he aquí, le trajeron un hombre mudo, endemoniado. 33 Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la multitud se maravilló, diciendo: Nunca ha sido vista cosa semejante en Israel. 34 Mas los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.

8 El mártir de Portugal, de D. Francisco de Rojas. 9 La banda y la flor, de D. Pedro Calderón. 10 A un tiempo rey y vasallo, de tres ingenios. 11 El pleito del demonio con la Virgen, de tres ingenios. 12 El gran duque de Florencia, de D. Diego Jiménez de Enciso. 1 Para vencer á Amor querer vencerle, de D. Pedro Calderón. 2 La mujer contra el consejo.

Al que rescatas, de peligro cobras; Reduces á su patria al peregrino, Quitasle de cien mil y mas zozobras, De hambre que le aflige de contino, Y de la insufrible sed y de consejos, Que procura cerrarles el buen camino, De muchos y continuos aparejos Que aqui tiene el demonio, con que toma A muchachos estraños, y aun á viejos.

En fin, que semejante escena daba una idea de aquella parte del Infierno donde deben tener sus esparcimientos los chiquillos del Demonio. Maximiliano y su mujer se detuvieron un rato a ver aquello; pero doña Lupe dirigió a la infantil tropa miradas y expresiones de desdén, diciendo que la culpa la tenían los padres que tal sacrilegio consentían.

El delito de que se acusaba á la Briguela era grave, pues según resultó de la lectura de la causa, desde la edad de siete años había la mujer mantenido pacto con el demonio, edad harto temprana, que prueba cuánta era la precocidad de la niña y cuán varios son los caprichos del Satan, que hace diabluras como estas de escoger criaturas para echarles la garra.

De aquí dicen que se originan mil desgracias en el mundo, y para que estos desatinos sean creidos de la gente, se vale el demonio de algunos sucesos naturales para que se confirmen aquellos miserables en su creencia. Poco ha que sucedió en la tierra de los Jurucarés, que deshaciéndose el cielo en copiosísimas lluvias se perdían los sembrados.