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"No tengo, pensó, más que una probabilidad de salirme con la mía; buscar querella á Fortunato, hacerle salir de sus casillas, obligarle á pronunciar una palabra violenta y llamar en mi socorro á Mauricio y Herminia, procurando que consideren mi causa como suya Entonces le pongo en la puerta y todo se ha salvado." No bien formado por ella este plan, empezó á ponerle por obra.

Todas las niñas tienen algo de usted: una postal, un verso lindo en el abanico. Y yo no tengo nada... Diga, señor, ¿es que le soy antipática? Mientras hablaba se había sentado en un sillón al lado de Fernando. Al principio mantúvose erguida; pero lentamente se recostó, hasta quedar con las piernas horizontales, mostrando su adorable bulto a través de la angosta falda.

Yo no si tengo eso; pero tengo boca y estómago natural, y también que Dios me ha puesto en el mundo para que viva, y no para que me deje morir de hambre.

A impulsos del agradecimiento, desató una de las puntas del trapo, sacando del nudo unas cuantas monedas de plata. Toma, Isidrín dijo . Todo el dinero que tengo. Para que lo añadas a esas cosillas, ya que no has sido exigente. Lo menos llevas ahí siete duros entre pesetas dobles y sencillas. Maltrana se metió la cantidad en el bolsillo.

Bien se conoce que se da buena vida el padre, ¿no te parece, Fabriciano? ¿Y cómo no, compadre? Yo haría lo mismo si tuviese tanta plata como él en el bolsillo. Al oír esto Barragán se encrespó como si le hubiesen hecho una ofensa mortal. Yo no tengo ni plata ni oro, ¿estamos? Y si es que habéis hecho un viaje tan largo para enteraros de ello pudisteis haberlo excusado.

7 Y el enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre que cuando el agua fuere revuelta, me meta en el estanque; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de ha descendido. 8 Le dice Jesús: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9 Y luego aquel hombre fue sano, y tomó su lecho, y anduvo. Y era sábado aquel día.

Apenas me escucháis dijo . ¿Qué tenéis? Nada. ¿Habéis llorado? Puede ser. ¿No soy vuestro viejo amigo, para recibir la confidencia de vuestras penas? Yo no tengo penas... No lo que tengo... Tomole con firmeza las dos manos acercándose más y mirándola fijamente. ¡Pobre hija mía! dijo a media voz , ¡si supieseis cuánto os amo!

«Un edificio ad hoc» dijo con incredulidad el marqués de Casa-Muñoz, que era uno de los presentes. Ad... hoc, señor replicó Guillermina, acentuando las dos palabras latinas . Pues está usted adelantado de noticias. ¿No sabe que tengo el terreno y los planos, y que ya me están haciendo el vaciado? ¿Sabe usted el sitio?

Esta es la verdad de lo que me sucede; le tengo a usted por buen amigo, y a usted se la declaro. ¿Para qué? me preguntó el médico, muy serenamente, después de contemplarme en silencio unos instantes. Por lo pronto le respondí , para que usted la conozca, y después, para que, si lo tiene a bien, me ayude con su autorizado consejo. ¿A qué? volvió a preguntarme con la misma serenidad de antes.

Ni con eso se contenta; darálo a leer a todos sus amigos y conocidos, y por aquel ejemplar leerálo toda la corte, ni más ni menos que antes de descubrirse la imprenta, y gracias si no te pide más para regalar. Pregúntale: ¿Por qué no se subscribe a los periódicos? ¿Por qué no compra libros, ni fiados siquiera? ¿Qué quiere usted que haga? te replicará, ¿qué tengo de comprar?