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El respeto y hasta el temor que inspiraba el Conde de Alhedín, poco sufrido con nadie, pronto para el enojo, y diestro y feliz en lances y pendencias, no consentían que los hombres se insinuasen con doña Beatriz, hablándole de sus amores con el Conde. Beatriz no trataba con mujeres de la sociedad, que no hubieran respetado al Conde y que se hubieran insinuado con ella.

Aseguraron á los gefes de su pronta partida si no consentian en constituirse en pueblos donde se profesase el cristianismo. Semejante amenaza produjo el efecto deseado, haciendo tomar á los indios el partido de la obediencia. Un cuchillo era la recompensa ofrecida á cada individuo que contrajese matrimonio y renunciase á la poligamia.

Pero Rocafort poco acostumbrado á sufrir personas que pretendiesen detener y corregir sus desordenes respondió á Tibaldo con tanta aspereza, que le obligó á poner remedio mas violento, y desesperado de poder mantener á Rocafort en el servicio de su Príncipe, sino se le consentían sus ruindades, determinó vengarse de él, y dexar nuestra compañia.

7 Antes por el contrario, como vieron que el Evangelio de la incircuncisión me era encargado, como a Pedro el de la circuncisión, 11 Pero viniendo Pedro a Antioquía, le resistí en la cara, porque era de condenar. 13 Y a su disimulación consentían también los otros judíos; de tal manera que aun Bernabé fue también llevado de ellos en su hipocresía. En ninguna manera.

Era también triguera el agua de la fuente, porque sus raras cualidades consentían, aunque era difícil operación y que debía hacerse con gran sigilo, que valiéndose de una escoba de palma enana, se rociase con ella el trigo que se iba a vender, dejándolo expuesto al sol para que se secase.

Los contemporáneos de Calderón estimaban á este gran poeta por deberle tantas creaciones soberbias; consentían que su arte se sobrepusiera á su ciencia y á su erudición; no ignoraban que aquélla no puede coexistir con las formas duras de la realidad vulgar, sino, al contrario, que se mueve y vive, allende la naturaleza ordinaria, en encantadas regiones, forjadas por el poder enérgico de la imaginación.

Empero al Padre José del Castillo, léjos de ceder á tanta resistencia, se determinó á entrar el solo en Moxos, en el año de 1674, y empezó por hacer cuantiosos presentes á sus habitantes, prometiéndoles muchos mas si consentian en ir á buscar junto con él algunos otros religiosos.

Nuestros antiguos libros, ó circulaban en ediciones detestables, que arredraban á los tibios y no consentían que los leyesen, ó se habían hecho raros, cayendo los ejemplares que aún quedaban en poder de bibliófilos, que hacían de ellos misterioso tesoro, estimando á menudo con perversa crítica, cada libro, más por su rareza que por su valor literario.

Don Luis estuvo por enmudecer e irse; pero no lo consintió su corazón, y pugnando por revestirse de una autoridad que ni sus años juveniles, ni su rostro, donde había más bozo que barbas, ni su presencia en aquel lugar consentían, se puso a hablar con verdadera elocuencia contra los maldicientes y a echar en rostro al conde, con libertad cristiana y con acento severo, la fealdad de su ruin acción.

Y si la claridad no lo acusara, acusábanlo más claramente los sones amortiguados de un piano que dentro se dejaban oír cuando los latidos furiosos del huracán lo consentían. Nuestro embozado siguió, con paso rápido y ocultándose en la sombra cuanto podía, hasta la puerta del palacio.