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En ella se confesaba perdidamente enamorado: «una pasión de niño que el tiempo no había hecho más que trasformar y fortalecerla amaba, valiéndose de la expresión de Víctor Hugo, como un gusano ama a una estrella; la impresión que su belleza, su angelical bondad y la dulzura de su carácter, habían hecho en su corazón de niño, no había podido borrarse: «era su primer sueño de amorPara decir esto, en resumen, había empleado dos pliegos de letra menuda.

Y así, hay rubias muy exaltadas y volcánicas que viven entre las neveras y témpanos de Siberia, mientras no es raro ver en los cármenes del Mediterráneo morenas lánguidas y desmayadas, como sumidas en sueño letárgico a compás del vaivén de las hamacas. Así como las tormentas se producen en todos los puntos de la tierra, hay también ciclones pasionales en todas las zonas del espíritu universal.

Parece un sueño. El tetraedro es un sueño. Sólo es verdad el amor, el bien, la amistad. Dentro de la casa, los asilados, en fila, están aguardando que lleguen Apolonio y Belarmino, a fin de ponerse al punto en marcha hacia el comedor y los pasteles. ¿Por dónde andarán esos chiflados? pregunta la hermana de los Dolores. Y sale en busca de ellos.

Confiesa que dormías a pierna suelta y muy a gusto lejos de tu pobrecita Elena. Que dormía, , lo confieso; pero niego que durmiera a gusto. Mientras el sueño no me rindió tu imagen no se apartó de mi pensamiento.

El sueño está virgen aún: sus montañas repletas de oro, sus valles húmedos de savia vigorosa, las faldas de sus cerros ostentan al pie el plátano y el cocotero, el rubio maíz en sus declives y el robusto café en las cumbres. ¡Gente de paz!

»De noventa pulsaciones, bajó setenta y cinco; luego fortalecida de aquellas emociones que a cualquier observador superficial habrían parecido bastante menos intensas, se durmió, tal vez con el sueño más tranquilo que había podido conciliar desde la noche fatal en que Amaury la llevó desde el salón al lecho en que aun estaba acostada.

Tiempo tienes, hijo, tiempo tienes de darte golpes de pecho. Lo primero es la salud». Esta noche que voy a dormir bien anunció D. Manuel con esa esperanza de enfermo que es gozo empapado en melancolía . No tengo sueño aún; pero siento dentro de un cierto presagio de que voy a dormir. Y yo voy a rezar porque descanses. Verás, verás .

Amaury, al verla cerrar los ojos, se puso en pie de un salto, pero el doctor le detuvo diciéndole estas palabras: Ahora duerme; aún le queda una hora de vida. Efectivamente, Magdalena dormitaba con el último sueño de la vida mientras el crepúsculo ahuyentaba las sombras de la noche y las estrellas se eclipsaban una a una ante la limpia claridad de la rosada aurora.

Mientras tanto, el jornalero, el honesto jornalero de brazo nervudo y de tórax fuerte y levantado como su conciencia, sale para el trabajo, dejando en su modesto hogar a la compañera en la sencilla labor de cada día, y, en el divino sueño de la infancia sana, los hijos de la salud y el amor.

El sueño impalpable comenzaba a bajar sobre mis párpados, cuando al pie mismo de mi cama, casi a mi oído, resonó el canto de gallo más histérico y estridente que me haya rasgado el tímpano sobre la tierra. ¡Quedé aniquilado! Además de comprender que la alpargata sería inocua contra semejante enemigo, vi que todos dormían.