United States or Netherlands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Toledo tuvo que contarles su vida guerrera como él se la imaginaba, á través de los años , y los dos jóvenes, que habían asistido á combates de millones de hombres, mostraron el mismo interés de los niños que escuchan un cuento exótico ante este relato de obscuros encuentros de montaña, que ni nombre tenían, y sólo perduraban exageradamente en la memoria de don Marcos.

El espectáculo de ese mundo tan joven é indefenso, aquellos pobres cuerpos de niños, de inocentes y lindas mujeres sin abrigo, todo esto sólo le inspira una idea mercantil, triste es decirlo, la idea de trocarlos en esclavos.

10 Le dicen sus discípulos: Si así es el negocio del hombre con su mujer, no conviene casarse. 14 Y Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a ; porque de los tales es el Reino de los cielos. 15 Y habiendo puesto sobre ellos las manos se fue de allí. 16 Y he aquí, uno llegándose le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?

Y hablando del célebre pasto con otros que eran dueños igualmente de tierras yermas y esperaban el momento del riego, no sentían el paso de las horas nocturnas. Experimentaban las mismas emociones de los niños mientras escuchan en la velada el relato de un cuento prodigioso.

Lo querían del más caro para que constase bien su opulencia y lo gastaban á cajas, abriendo á golpes las botellas, riendo como niños cuando el líquido se derramaba por el suelo, mojándose unos á otros con la espuma, bebiéndolo en tanques y llenando á veces las palanganas para lavarse la cara con el precioso vino, despilfarro que á los postres nunca dejaba de producir hilaridad.

Los niños de las escuelas, olvidados de la tristeza ambiente, cantaban el De Profundis, y se sonreían los unos a los otros; en seguida los coristas, muy graves también, con sus sobrepellices blancas, entonaban el miserere.

Inmediatamente después separó las manos sin que opusiera resistencia la cinta que las ataba, y cerrando ambos puños se frotó con ellos los ojos, como es costumbre en los niños al despertarse. Luego se incorporó con rápido movimiento, sin esfuerzo alguno, y mirando al techo, se echó á reir; pero su risa, sensible á la vista, no podía oírse.

En efecto; a medida que el día avanzaba se veían más grupos de personas que venían por los distintos senderos de la sierra. En el valle había varios centenares de hombres reunidos: leñadores, carboneros, almadieros, sin contar las mujeres ni los niños.

»Hay que reconocer que los enfermos parecen niños grandes. Desde ayer es para ella ese viaje un motivo de extraordinaria alegría.

ELECTRA. Crea usted que los tontos más tontos, y los niños más niños, no hacen sus simplezas sin alguna razón. MARQU