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Destruido este convento después de la fatal guerra civil, fue demolida su Iglesia por donde hoy pasa la carretera de Zaragoza, y el resto del edificio se destinó a cuartel de la tropa que guarnece la ciudad: ahora está convertido en graneros desde los sucesos de 1868, y la guarnición ocupa parte del Seminario.

Por eso yo me resolví a entregarlo a la tropa, pues de ese modo quitábamos del pueblo a un sujeto nocivo y libraba yo a mi sobrina de un impertinente. Pero Vd. se acordará de aquella misma Nochebuena en que, al hablar de Pablo en mi casa, cuando estábamos cenando, Carmen se echó a llorar.

Y sin duda se hubiera logrado el intento, si la tropa se hubiese sugetado á la obediencia: pero lejos de esto, repechó hacia la cumbre inmediata, y trabó combate con los enemigos, que por instantes aumentaban el número, y de esta suerte se acaloró tanto la accion, que los mismos que iban al socorro de los otros le pidieron á poco rato.

Lo más ordenado que de esta vida obscura y errante he podido recoger, es lo siguiente: Hacia el año 1806 vino a Chile con un cargamento de grana de cuenta de sus padres. Jugólo con la tropa y los troperos, que eran esclavos de su casa.

Multitud, tropa, caballos, uniformes, penachos, colores, oropeles y bullicio le mareaban de tal modo, que no veía más que una masa movible y desvaída, semejante a los cambiantes y contorsiones del globo de agua que había estado mirando momentos antes.

En La cosaria catalana, de Matos Fragoso, aparece una tropa de comediantes, cautiva en poder de moros.

En los ángulos E. y O. del parapeto tiene dos baterías á barbeta y en los N. y S. dos torres de flanqueo, que al mismo tiempo sirven de pabellones para Oficiales. En el recinto interior hay dos edificios de madera con cubierta de zinc, destinados á cuartel de tropa, enfermería y otras dependencias.

Una vez viene al real de una tropa del interior, el patrón propone comprarle un caballo de tal pelo extraordinario, de tal figura, de tales prendas, con una estrella blanca en la paleta. El gaucho se recoge, medita un momento, y después de un rato de silencio, contesta: «No hay actualmente caballo así.» ¿Qué ha estado pensando el gaucho?

No era prudente que viesen a un espada con aquella tropa de borrachos aguardándoles a la puerta de las tabernas. La señora Angustias le esperaba en el patio de la casa, y ayudó al «nazareno» a despojarse de sus vestiduras. Debía descansar, luego de cumplidos sus deberes con la Virgen. El domingo de Pascua tenía corrida: la primera después de su desgracia. ¡Maldito oficio!

Hallandose chasqueados aquí, fueron por la costa hácia el Vulcan, donde encontraron una tropa de Guilliches, quienes no siendo enemigos, salieron sin armas á recibirlos, no teniendo la menor sospecha de peligro alguno.