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Descartes, al consignar el hecho del pensamiento y de la existencia, pasaba sin advertirlo, del órden real al órden ideal, forzado por su propósito de levantar el edificio científico.

En el fondo había un edificio de aspecto monacal, fachada ennegrecida por el tiempo y ventanas cubiertas con persianas, como ojos cerrados, y al que se subía por una escalera de cuatros escalones verdosos á causa de las lluvias. Marenval llamó y un timbre resonó en la casa turbando el silencio con un ruido sacrílego.

La incesante acción de la nieve y del agua nos permite observar otra especie de roca que constituye en gran parte la masa del edificio inmenso.

Dentro de ese cuerpo vigoroso de rica musculatura de atleta, en el fondo de ese carácter atrabiliario, disputador y pendenciero que amenazaba tragarse la tierra, se escondía un ser enteramente pusilánime. Don Josef era una liebre. El colegio era un vasto edificio bajo, de muros espesos y coloniales, de grandes patios y espaciosa huerta, en la que no faltaban las clásicas higueras de antaño.

Por las noches, cuando sentía miedo en la cama, impresionado por la enormidad del salón que le servía de alcoba, le bastaba hacer memoria de la soberana de Bizancio para olvidar inmediatamente sus inquietudes y los mil ruidos extraños del viejo edificio. «¡Doña Constanza!...» Se dormía abrazado á la almohada, como si ésta fuese la cabeza de la basilisa.

Lo demás de la Casa de Pilato, aunque mas ó ménos curioso, llama poco la atencion, siendo de notarse que la distribucion del edificio es de extrema sencillez. Sevilla es una ciudad célebre por muchos motivos, entre otros por los hombres eminentes ó personajes históricos que ha producido.

¿Qué has soñado? preguntó Jacobo con estupor. Que te escapes. ¡Yo!... Si... No debe ser difícil... gozas, según me han dicho, de una libertad relativa. Trabajas y duermes en un edificio que depende de las oficinas... ¿Á qué hora de la noche te encierran? No puedo decirte nada, contestó Jacobo con rudeza. Me tientas en vano... No quiero escaparme. ¿Rehusas la libertad? No quiero tomármela.

Estaba en la sala del Renacimiento, pero toda su atención fué atraída por la pieza inmediata, la rotonda central del Casino, el llamado salón de Schmit, al que convergen los otros salones y que parece prolongarse por debajo de las portadas divisorias hasta el fondo del edificio. Un silencio rumoroso surgía de las aglomeraciones humanas en torno de las mesas verdes.

El arte no tiene otro recurso que llegarse á la ciencia, que pedirla sus pensamientos, sus conjeturas, sus arcanos; no tiene otro recurso que llegarse á la fe, para que le inspire con sus creencias y sus esperanzas, y copiar en el libro, en el edificio y en la estátua, las esperanzas de aquella fe, y los arcanos de aquella ciencia.

Todos ellos recordaban su visita á la Galería da la Industria, y tenían al Hombre-Montaña por un animal enorme, cuya inteligencia estaba en razón inversa de su grandeza material. Gillespie había empezado por segunda vez la vuelta del edificio. Deténgase aquí, gentleman dijo de pronto Ra-Ra, ahogando su voz. Edwin no comprendió tales palabras. ¿Qué deseaba este pigmeo, cada vea más exigente?...