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En cuanto a llevarlo a Italia, ni soñarlo. París era el único lugar donde había conocido la vida y su corazón estaba encadenado al asfaltado de las calles. La pobre mujer se sentía atraída por dos deberes contrarios. Hubiera querido dividirse en dos para endulzar los últimos momentos de su hija y para conducir la vejez alocada de su incorregible marido.

¡Soltáme! ¡dejáme! gritó sacudiendo la pierna. Pero fué atraída. ¡Mamá! ¡Ay, mamá! ¡Mamá, papá! lloró imperiosamente. Trató aún de sujetarse del borde, pero sintióse arrancada y cayó. Mamá, ¡ay! Ma... No pudo gritar más.

Me parece excusado decir que era plebe la inmensa mayoría de los circunstantes, porque la plebe es la que particularmente se siente atraída hacia los espectáculos cruentos. No obstante, hay también gente de levita y sombrero de copa que se deleita con las emociones terribles; pero en aquella ocasión era una minoría muy exigua.

Su compañero el picador deseaba hablarle antes de que lo trasladasen al hospital. Adió, señá Carmen. Voy a ve qué quié ese probesito. Una caía con fratura, según disen. Ese no pica en toa la temporá. Carmen se refugió bajo las arcadas, queriendo cerrar sus ojos para no ver el espectáculo repugnante del patio, pero al mismo tiempo sentíase atraída por el rojo mareador de la sangre.

Con ellos entraban los tripulantes de los rosarios de carretas sorprendidos por el malón en su marcha lenta, chirriante, que duraba semanas y semanas. Unas veces pasaba de largo la tromba cobriza, atraída por el ganado de lejanas estancias; otras ponía sitio al almacén, codiciando más que el dinero los barriles de caña.

Ella se siente atraída por todas las cosas grandes: heroísmos, sacrificios, etcétera; pero acabó peleándose con sus superiores y renunció á su bello papel. Alicia, con la mirada y el gesto, parecía apiadarse de su inutilidad. ¿Qué podía hacer yo? Cada vez era mayor mi ruina.

¡Qué casualidad! continuó Zurita . Cualquiera diría que Solís adivinaba el porvenir... La atención de los tres se sintió atraída por los muchos buques que navegaban en dirección contraria al Goethe. Hasta entonces, el Océano se había mostrado con una soledad majestuosa. Sólo después de varios días asomaba en lontananza la nubecilla de un vapor o la pincelada gris de un velero.

Isidro había permanecido en casa todo el día, ocupado en escribir unas cuartillas, a diez céntimos, para aquel semanario social que reclamaba su colaboración con la misma intermitencia con que publicaba sus números. Feli sintiose atraída por el suceso, con esa curiosidad que despierta lo terrorífico en la imaginación femenil.

Un grito: "¡Dios mío! mi tía!" se oyó en el interior del coche; pero la portezuela golpeó, vigorosamente atraída, y el ruido de las ruedas ahogó el resto de las quejas de Herminia. En el salón de baile los invitados se removían con ardor. Mauricio sacó su reloj y vió que eran las once y media. Hacía algunos momentos ya que Herminia había desaparecido.

Luego había sorprendido varias veces los gemelos de ella fijos con insistencia en su persona, buscándolo en su retiro entre barreras. ¡Aquella gachí!... Tal vez se sentía atraída de nuevo por los mozos de corazón. Gallardo pensaba visitarla al día siguiente, por si había cambiado el viento. Sonó la señal para matar, y el espada, luego de un corto brindis, marchó hacia el toro.