United States or Denmark ? Vote for the TOP Country of the Week !


Esta mosita, que se yama Concha, es mi sobrina, nasía en Graná, recriá en Málaga; es bailaora en casa de Silverio y gana sinco pesetas... Aquella del chaleco es una tía pescuesa, ¿sabuté?, que viene siempre onde se jama... Esta otra regordetiya, la Serrana, es bailaora en er Burrero..., una güeña chica... Ha sido novia der Saleri añadió con cierto respeto-. Ya conosería uté ar Saleri...

Sobre el cuerpo de mi tia, respondió el Egipcio, la mas honrada muger de Egipto, que siempre me acompañaba, y se ha muerto en el camino; he hecho de ella una de las mas hermosas mómias que pueden verse, y en mi tierra encontraria todo quanto dinero pidiese sobre esta prenda. Buena cosa es que no me quieran dar siquiera mil onzas de oro, empeñando un efecto de tanto precio.

Iba yo despegando las hojas y colocándolas cuidadosamente, en filas paralelas, sobre una servilleta. Esta operación era muy larga. Una noche la tía se quedó dormida.

La cerveza, el vino... ¡envenenados! y llevándose ambas manos al vientre echó á correr, traspuso la puerta y desapareció en la obscuridad, dejando á Simón, Tristán y demás bebedores desternillándose de risa. Poco después se retiraron á sus casas algunos de éstos y á sus no muy blandos lechos los huéspedes de la tía Rojana.

Las sesiones artísticas se tenían en el salón blanco, y después de la interesada y del pintor, únicamente Beatriz asistía a ellas; pero autorizado por su competencia en materias artísticas, solía el marqués introducirse tal cual vez en el santuario, aparentando seguir con el más vivo interés el trabajo del pintor, quien pudo advertir con ese motivo las respetuosas atenciones que Pedro demostraba siempre a la lectriz de su tía.

Toda la ciudad, mi tía, toda la ciudad. ¿Las tropas? , mi tía; toda la guarnición con la música. La señora de Saint-Cast hizo oir un gemido y agregó: ¿Y los bomberos? Los bomberos también, mi tía, sin duda alguna.

Uno de los boticarios puso a mi disposición todos sus libros, doscientos o trescientos volúmenes de versos y novelas. Entonces leí mucho, en voz alta, mientras trabajaban Angelina y mi tía; entonces hice muchos versos, muchos, diariamente. Angelina era en ellos celebrada con un calor y un entusiasmo tales que la buena niña se sonrojaba al oírlos.

¡Ya lo creo que no nos alegraríamos! exclamó la tía Felicia sofocada por los sollozos, dejando caer el huso y llevándose las manos á la cara. ¡Ay mi clavelina encarnada, quién te volviera á ver por aquí, como eras, hermosa como la flor de Mayo, con tus sartas de corales y tu melena dorada! ¡Ay mi cerecina cuca, qué penas me estás dando!

Algunas veces entraba a verles la tía Tomasa, animándolos con sus optimismos de anciana alegre. Le placía la conducta de su sobrina: trabajar mucho para no ser gravosa al testarudo de su padre y ayudar al sostenimiento de la casa, que bien lo necesitaba. Pero no por esto había que matarse trabajando. Calma y buen humor; este mal tiempo otro traería.

En cuanto a la caridad de usted, tía María, Dios será el premio. La buena anciana vaciló un instante, tomó el dinero y dijo: Bien está; nada le faltará; vaya usted descuidado, tío Pedro, que su hija queda en buenas manos. El pobre padre salió aceleradamente y no se detuvo hasta llegar a la playa. Allí se paró, volvió la cara hacia el convento y se echó a llorar amargamente.