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En cada tarea se les da diez onzas de algodón para que traigan tres de hilo, y se procura no ocuparlas en otra cosa; pero, en las ocasiones de carpidos y otras semejantes, destinan a ellas, cuando no a todas, las más robustas y que no están embarazadas ni criando; y las que no van a carpir se ejercitan en hilar.

Moriría al pie del cañón, a los pies de su tiple, sobre los escombros de su pasión, de su Zaragoza.... No disparatemos, seamos positivos se dijo. Y se llevó las manos a los bolsillos con gesto de impaciente incertidumbre... ¿Si habría dejado aquellas onzas en casa del infame?... No... estaban allí, en el bolsillo interior del gabán... ¡lo que era el instinto!

El gobernador prefiere las onzas; Cullen es entregado a Rosas, y al pisar la frontera de Buenos Aires encuentra una partida y un oficial que le hace desmontarse del caballo y lo fusila.

Siguiose a esta escena la de un jugador perdidoso que había perdido el último centavo, y necesitaba armarse para volver a jugar. Dejó un reloj, tomó diez, firmó quince, y se despidió diciendo: Tengo corazonada; voy a sacar veinte onzas en media hora, y vuelvo por mi reloj.

Ellos eran pobres, pero tenían parientes que les podían tapar con onzas de los pies a la cabeza; gitanos ricos que trotaban por los caminos seguidos de regimientos de mulas y caballos. Todos los Alcaparrones querían a Mari-Cruz, la virgen enferma, de ojos dulces: su entierro sería de reina, ya que su vida había sido de animal de carga.

Y el brasero le hizo recordar una áurea cadena, regalo del emperador Carlos V a uno de sus ascendientes, que años antes había vendido en Madrid, también al peso, con el aditamento de dos onzas de oro recibidas por el trabajo artístico y la antigüedad.

¡Bendita sea tu boca! ¡Sigue niña, que me subes al cielo diciéndome esas cosas! Nada has de perder queriéndome. Pa que estés bien soy capaz de todo; y aunque el padrino se enfade, ansí que nos casemos güervo al contrabando para llenarte el delantal de onzas. María de la Luz protestó con un ademán de miedo. Eso nunca.

Con las cosas bonitas que cuenta me entretiene, y casi no me acuerdo de que no hay en casa más que dos onzas de chocolate, media docena de dátiles, y algunos mendrugos de pan... Si has de traerme algo, sea lo primero para estos pobres gatos aburridos, que desde el amanecer no me dejan vivir. Parece que me hablan, y dicen: «Pero ¿qué es de nuestra buena Nina, que no viene con nuestra cordillita?».

No bien hubiéron dado la sentencia, quando pareciéron el caballo y la perra, de suerte que se viéron los jueces en la dolorosa precision de anular su sentencia; condenaron empero á Zadig á una multa de quatrocientas onzas de oro, porque habia dicho queno habia visto habiendo visto.

Tomó Fernández las doce onzas, y no extrañó que en un país donde cada 1833 años no hacen más que uno, doce onzas hagan tres mil reales.