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Lentamente volvían a la sala donde estaba el balcón, mientras en el comedor sonaban carcajadas saludando la aparición del barbero, envuelto en su lujosa bata. Cupido sacaba partido de la situación para provocar la risa, y recogiéndose la cola y atusándose las patillas, braceaba cual una tiple en una romanza dramática cantando de falsete.

No se le ocurrió pensar que negar aquel nuevo préstamo al tenor no era desairar a la tiple: un secreto escozor, de que no quería hacer caso, le decía siempre que entre los intereses de la Gorgheggi y los de su maestro había una solidaridad misteriosa. «Negarle ese dinero a él era negárselo a ella», se decía sin poder remediarlo. «Y yo a ella... en estas circunstancias, no puedo negarle nada, ni siquiera lo que no tengo».

Algunas que aún no habían salido de la primera juventud y llevaban poco tiempo de matrimonio, paseaban casi todo el día del brazo del esposo con aires de tiple enamorada, inclinando la cabeza sobre el hombro de él, como si la cubierta fuese el jardín de «Fausto». Por dignidad de clase, gozosas de jugar un rato a «señora mayor», distinguiéndose de las solteras, permanecían entre las respetables matronas; pero de pronto sentíanse agitadas por un hormigueo irresistible.

Y mientras ella, sin pensar en que le tenía allí, devoraba con los ojos a la tiple y al barítono, Bonis paseaba la mirada triste, seria y tiernamente curiosa, del rostro pálido, ajado de su esposa, al vientre que una vez había engañado sus esperanzas; y oyendo, sin comprenderla en aquel momento, la música romántica del dúo, se dijo entre dientes: No importa...; más vieja era Sara.

Y pensó, sin querer, en medio de sus angustias, que no podemos figurarnos ni describir los que no pasamos por ellas: «Esto es lo que en las tragedias se llama la catástrofe». Y más pensó, a pesar de lo apurado de la situación: «En las óperas podemos decir que también hay catástrofes»; y se acordó de la Norma, que era su mujer; y de Adalgisa, que era la tiple; y de Polión, que era él; y del sacerdote, que era Nepomuceno, encargado sin duda de degollarle a él, a Polión.

La de las botas. ¿Las traerá puestas? Bonis calló. Di, hombre, ¿crees que las traerá puestas? Sería... un anacronismo. Calla, calla; ahora se sube al trono... ¿a ver?... No, no se le han visto los pies. Acaso cuando se baje.... Emma asestó los gemelos a los bajos de la tiple; y como esta no acababa de levantarse de su trono, subió la mirada hasta el rostro de Serafina.

¿Quién es esa? preguntó la mujer de Reyes. Bonifacio, viendo que Nepomuceno no se daba por interrogado, dijo, no sin tragar antes saliva: Es la Reina, que viene desaladamente al saber que el Infante.... No; si no pregunto eso interrumpió su mujer, volviéndose a mirar a Bonis, que estaba detrás de ella en la penumbra . Digo si es esa la tiple. Creo... que . , justo, la protagonista....

Yo también la conocí pronunció Josefina, cuya voz de tiple ascendía al tono sobreagudo. A no me ha saludado... añadió Borrén . No me conoció tal vez... y eso que yo la metí en la Granera... yo la recomendé. ¡Bien dije siempre que había de ser una chica preciosa! Lo que es de otra cosa no entenderé, hombre; pero de ese género.... ¿Qué les pareció a ustedes?

Lo que hacía era hablar mucho del teatro, y preguntarle si conocía al tenor, y al barítono, y a la tiple; y pedía señas de su vida y milagros, ya que él confesaba saber algo de todo esto, aunque es claro que por referencias lejanas....

Cuando, pasados algunos días, hizo Desnoyers un viaje á Buenos Aires, se explicó la cólera del viejo. Durante varios meses había sido el protector de una tiple de origen alemán olvidada en América por una compañía de opereta italiana.