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El deber de continuar con el hombre a quien se había entregado para siempre, y que demostraba por fin saber apreciar su amor, ese deber tenía que surgir de nuevo más imperioso.

Y no sólo hace usted eso, sino que me afrenta y me clava el puñal por la espalda. ¿Quién es más honrada, señora, usted que le entrega su hija por dinero, ó yo que me he entregado á él por amor? La sorpresa los había clavado á todos á la silla; pero repuestas las Cardenalas, al instante se levantaron como fieras para arrojarse sobre la intrusa.

Púsele al cabo de dos años en libertad, y anoche se me presentó trayéndome una carta de la duquesa de Gandía, que le había entregado doña Catalina, que estaba de servicio en el cuarto de la reina.

Digo que á mi me tiene satisfecho, Y que á la execucion se venga presto De tan estraño y tan honroso hecho. Pues yo de mi intencion os diré el resto Despues que sea lo que digo hecho. Vamos á ser ministros todos luego De encender el ardiente y rico fuego. Nosotras desde aqui ya comenzamos A dar con voluntad nuestros arreos, Y á la vida las vuestras entregamos Como se han entregado los deseos.

Apenas comprehenden pocas cosas que pertenezcan á formar un Lógico; y los que en estos años se han entregado á ellos, á primera vista ha parecido que son grandes indagadores, y jueces de la verdad; pero quando se ha venido á las manos y á la pelea, y ha sido preciso disputar bien, entonces se ha descubierto qué tales eran.

17 Como está escrito: Que por padre de muchos gentiles te he puesto delante de Dios, al cual creyó; el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como las que son. 21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido, 25 el cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación.

17 Y juntos ellos, les dijo Pilato: ¿Cuál queréis que os suelte? ¿A Barrabás o a Jesús que se dice Cristo? 18 Porque sabía que por envidia le habían entregado.

Rafael, que era un excelente joven, leal, juicioso y noble en su porte y por su cuna, y que gozaba de un buen patrimonio, era el marido que la familia de Rita le deseaba. Pero ella, a pesar de la vigilancia de su hermano, había entregado su corazón sin saberlo aquel.

El vals tocaba a su término; mi compañera se me había entregado completamente.

La viuda le contó en pocas palabras y de prisa lo que había sucedido; cómo habían resuelto encerrar a su hija en una casa de sanidad desconocida; lo que había sufrido ante ese peligro extremo; cómo, inspirada por la desesperación, había osado intentarlo todo, y cómo el intendente, después de una larga resistencia, le había entregado la prueba de su derecho de madre, y del rapto de su hija.