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En cuanto á lo de venir, quizá no pueda porque está escondido dijo el alférez. Pues si está escondido, ¿quién le ha visto? Le vieron anoche en palacio. Creerían verle. Allá lo veremos; ¿pero qué esto? Lo que había motivado la pregunta del alférez, era un ruido particular, un alboroto que provenía del primer bastidor de la derecha del escenario. Todos corrieron allá.

¿Qué? ¿Hay algo? Efectivamente, he notado, al venir, cierta agitación en la villa. Pues ya verá usted á eso de las diez.... ¿Y no hay sesión esta noche? ¡Sesión! ¡Brrr! exclamó Pinilla, haciendo con la boca un estrambótico sonido. Esta no es noche de palabras, es noche de hechos. Mucho se ha hablado ya. Pues no estoy enterado de nada. Ello es que desde anoche no vengo por aquí.

No si lo soy, señora, como ayer no sabía otras cosas; pero hoy como esas otras cosas, también que soy en cuerpo y alma de la Inquisición; pero á la fuerza, señora, á la fuerza, porque todo lo que me está sucediendo de anoche acá me sucede á la fuerza. Pero explicáos.

Luego se aproximó á Moreno para hablar en voz baja, como si temiese ser oído. Quiero hacer algo extraordinario, algo que ese emigrante sin educación no pueda discurrir. Anoche lo he pensado. En el primer momento creí que era un disparate, pero después de reflexionar largas horas reconozco que es algo original y digno de realizarse, si resulta posible... Pirovani ha ofrecido una casa á la marquesa.

Congosto me miró con ira, y tomando asiento, habló así: Dejemos a un lado esa cuestión. A su tiempo será tratada... Ahora vengo a decir a usted que se prepare a recibir a la señora condesa de Rumblar, que viene seguida de respetables personas para que le sirvan de testigos. ¡Dios mío! ¡La justicia en mi casa! Parece que lord Gray robó anoche a la señora doña Inesita, depositándola aquí.

No siendo así, no consentiría que me acompañase con tanta frecuencia, lo que puede dar lugar a suposiciones. Mire usted, el otro día decían las vecinas.... No, no es eso. Yo no la quiero a usted sólo como amigo: yo la amo... ¿sabe usted? la amo, y soy ese hombre valiente de que usted hablaba anoche, capaz de hacerla mi esposa sin dejar abandonada a la pobre Micaela.

¿Pero qué se han hecho esas cartas? Llevólas á palacio mi amigo. A palacio... ¿y para qué? ¿Para qué? para entregarlas al rey. No habrá podido... esas cartas estarán en poder de vuestro amigo: es necesario rescatarlas... Las tiene... ¿Quién? La reina. ¡La reina! Que durmió anoche con el rey. ¿Qué decís, caballero? El duque lo sabe... el duque, que estuvo anoche en palacio gran parte de la noche.

Pues, amiga de Dios, todo lo que allí se dijo fue pantomina, comparado con lo que resultó anoche. ¡Ay, doña Regustiana de mi alma! Déjeme tomar aquí vientos, porque, de resultas, tengo la cabeza como una zambomba, y el palagar en carnes vivas. Pues, amiga, la gente que aquí vino anoche, fué mucho de todo.

Aquí están dijo el señor ingeniero y su hermano, el caballero de anoche. Miraban los tres hombres con visible interés al ciego que se acercaba. Hace rato que te estamos esperando, hijo mío dijo el padre tomando a su hijo de la mano y presentándole al doctor. Entremos dijo el ingeniero. ¡Benditos sean los hombres sabios y caritativos! exclamó el padre, mirando a Teodoro . Pasen ustedes, señores.

¿Llega usted ahora mismo? preguntó asombrado el capellán. , señor.... Primitivo dice que estuvieron llamando anoche a mi puerta él y otros dos, pero que no les abrió nadie.... Verdad que mi criada es algo sorda; mas con todo..., si llamasen como Dios manda.... En fin, que hasta el amanecer no me llegó el aviso.