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Existen, sin embargo, en la actualidad, pocas obras suyas de esta especie.

¡Había comido fuera de casa sin avisar! doña Paula consideraba esta falta de disciplina doméstica como pecado de calibre. Pocas veces los cometía su hijo, y por lo mismo la impresionaban más.

Hay igualmente pocas enfermedades, especialmente nerviosas, que sean continuas, pues como en los efectos de los medicamentos, las afecciones invaden por la tarde, por la mañana, por la noche, ó aumentan de intensidad á ciertas horas.

Un día, sobre todo, nos trajeron sidra dijo el francés y entre la sidra y las habichuelas se nos armó una, que tuvimos que hacer cola delante del confesionario. Pocas veces se ha visto una congregación de fieles tan apenados para entrar en el confesionario como nosotros.

Con pocas excepciones, ellas aman desde un principio candorosamente, a aquel que le designan por esposo, porque lo adornan con todas las buenas cualidades que desean. Era, pues, con demasiada razón que la señora Latour-Mesnil se preocupaba de casar bien a su hija.

Alegre con esta ganancia impensada, pasó adelante, y á pocas leguas encontró con un bosque de diez leguas de largo, horrible á la vista, y tan difícil de penetrar por él, que nunca le había visto semejante en todas sus correrías.

Pedro Luis de Gálvez cree que , y quizá tenga razón este admirable ingenio, este excelso poeta, odiado, desdeñado, absurdo, fantástico, que rueda por las calles, borracho y triste, al asalto de unas pocas monedas de cobre roído, en este miserable país de la calderilla. Pedro Luis lleva una fatalidad misteriosa sobre su cabeza. No hay poeta que, como Verlaine, esté ungido de la gracia lírica.

Que la ciudad desierta está próxima á los españoles, y aun se mantiene murada, que solo han caido las puertas, y de las torres las medias naranjas; que hay otro fuerte de la citada ciudad, mirado con pocas ruinas. Hasta hoy es una isla que hace la misma gran laguna de Ranco al principio de ella, de donde no divisan la poblacion de españoles.

La gente anda por ahí alborotada, censurando de muy viciosa y de sobrado verde, permítaseme lo familiar del vocablo, la escena en que la Duquesa trata de seducir a Ignacio. ¿Pero cómo censurar tal cosa, cuando el Año Cristiano contiene no pocas escenas bastante más crudas?

Abramos un corto paréntesis para referir lo que había pasado pocas horas antes. A las siete de la noche, cruzando Benedicta por la esquina de Palacio, se encontró con Aquilino. Ella, lejos de reprocharle su conducta, le habló con cariño, y en gracia de la brevedad diremos que, como donde hubo fuego siempre quedan cenizas, el amante solicitó y obtuvo una cita para las diez de la noche.