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Fuera de las frecuentes ausencias que hacen los curas y compañeros dentro de la misma provincia de unos pueblos a otros con motivo de funciones de iglesia, y otros particulares en que tal vez dejan solo el pueblo de su cargo por algunos días, hacen otras ausencias fuera de la provincia con motivo de ir a Buenos Aires a cobrar los sínodos, y a Corrientes y el Paraguay a ver sus parientas.

Como recuerdo de su vida en las selvas, llevó á Buenos Aires cuatro cocodrilos del gran río Paraguay, llamados yacarés con el caparazón relleno de paja, y una serpiente boa de varios metros de lorgitud, cuyo vientre había sido atiborrado de hierbas por los disectores indígenas.

En fin, yo, que había conocido aquel Buenos Aires de 1862, patriota, sencillo, semitendero, semicurial y semialdea, me encontraba con un pueblo con grandes pretensiones europeas que perdía su tiempo en flanear en las calles, y en el cual ya no reinaban generales predestinados, ni la familia de los Trevexo, ni la de los Berrotarán.

Nada más fácil a éste que inutilizar media docena de diputados hostiles por medio de otros tantos autos de prisión, o de falsos telegramas que los alejasen de Madrid el día crítico; pero ¿estaba él seguro de que apelando a estos extremos, aunque muy parlamentarios, nada buenos, no le exterminasen las oposiciones otros tantos auxiliares, con una paliza, por ejemplo?

Anoche me dijo Moreno que Pirovani y Canterac empiezan á hacerse la guerra. El uno se resiste á aprobar como ingeniero los trabajos que hace el otro como contratista. Desea perjudicarle, retardando de este modo los pagos del gobierno... Pirovani dice que suspenderá las obras y se irá á Buenos Aires, donde tiene muchos amigos, á quejarse del ingeniero.

Lino enfermó de rabia, y en cuanto se le presentó ocasión, que fue al cabo de dos meses, viniendo de una romería, le pegó una puñalada a su primo... ¡Pero, anda, que buenos cuartos le costó la tal puñaladita! No lo hizo con diez mil reales.

E quando el labrador vió que derecho ninguno non podie aver del Infançon, tornose para el Emperador a Toledo, con letras de omes buenos de la tierra, en testimonio como non podie aver derecho ninguno de aquel Infançon del tuerto que le fazie.

Hay en Venecia buenos hoteles y cafés, tiendas elegantes, profuso alumbrado de gas, sociedad amabilísima y fácil, bibliotecas, muchísimos edificios notables, buenas librerías.

Me regalan buenos consejos, no me prestarían cinco duros si se los pidiese, y dejan que pague yo cuando tomamos algo. Se los presentaré un día de éstos.

No soy rico, pero estoy contento con mi suerte; ya lo que valen los hombres, y no espero de ellos lo que no pueden darme. Tengo pocos amigos, pero, eso , muy buenos y merecedores de toda estimación. No hago versos, ni vivo entregado a los delirios de la fantasía. Creo que no es cuerdo andarse por las nubes cuando hay abajo tantas cosas que reclaman nuestra atención.