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Actualizado: 14 de junio de 2025


Decían unos que había sido granuja del mercadal, otros que empezó de lacayo de un banquero y luego fué cobrador de letras y zurupeto, otros que había sido soldado de Cabrera en la primera guerra civil, y que el origen de su fortuna estuvo en una maleta llena de onzas de oro que robó a un viajero.

No cuadró, mujer, que lo demás.... También no te gustarían los que se te pusieron delante, porque hay hombres que se tiraría uno a la bahía por ellos, y otros que ni forrados de onzas.... Y a veces los que le chistan a uno no se dan por entendidos.... Y al fin y al cabo, hija, ¿qué se gana con vivir mártir? Nadie cree en la dinidá de una pobre. ¿Y por qué ha de ser así? ¡Esa no es ley de Dios!

Si yo tuviese sus onzas, sus onzas.... ¡ole con ole! Pero di, ¿y te parece a ti, que no hay gato encerrado en lo de Artegui y Lucía? ¡Pch! no silbó Perico, que a diferencia de su hermana, no era maldiciente, sino cuando se irritaba contra alguno . Ese Artegui tiene sangre de horchata, de horchata, y estoy segurísimo de que ni esto, ni esto le ha dicho.

Sin embargo, el estudiante es pobre. ¡Cuántas veces se veria en aprieto para pagar su modesto pupilaje! ¡Cuántas veces esquivaría atravesar la puerta del sastre! ¡Cuántas veces huiria de la calle del zapatero! El buen escolar de Granada no tenia las onzas de oro en su bolsillo; las tenia en su imaginacion; no las tiene, las ve; quizá no las ve; las adivina.

Una hora después el coche del general Alvarado estaba a la puerta de su casa cargado con su equipaje y el general Villafañe, que debía acompañarlo a San Juan, donde a su llegada le entregó 100 onzas de oro de parte del general, suplicándole que no se negase a admitirlas. Como se ve, el alma de Facundo no estaba del todo cerrada a las nobles inspiraciones.

En el agua parecen tener alguna consistencia; pero en la mano se reducen a una finísima membrana incolora. Una medusa que pese una arroba en el agua se reduce a unas dos onzas fuera de ese elemento. ¿Y dices, tío, que las hay más grandes aún? preguntó Cornelio. ¡Colosales!

De manera decía doña Celestina con voz imperiosa que yo le doy a la Shele cuatro onzas y dos vacas. Y las azadas y el trillo añadía Machín el viejo. Bueno, y las azadas y el trillo. ¿Con esto estamos ya conformes? Es que ... decía Machín padre, rascándose la cabeza como la chica ha quedado en ese estado, yo no si estará bien..., porque las gentes dirán que ... Eso ya os lo he dicho antes.

Pepet, que se reía de todo, acabó casándose con Marieta, y con esto fueron de la hija de la bruja sus viñas, sus algarrobos, la gran casa de la calle Mayor y las onzas que su madre guardaba en los arcones del estudi. Estaba loco.

En esta operación sentí que cedía bajo mi mano la tabla del fondo, y quedaba descubierto un hueco. En este hueco había una cajita muy bella de madera labrada. Traté de abrirla y la abrí sin esfuerzo: estaba llena de dinero, casi todo en onzas muy antiguas. Cerré la caja; ajusté la tabla que cubría el hueco, dejándola cuidadosamente como estaba, y me callé.

A las indias repartían regularmente diez y ocho onzas de algodón a la semana, en dos porciones y en distintos días, las que traían en los mismos, seis onzas de hilo en dos ovillos.

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