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Actualizado: 28 de junio de 2025


Examinaban a las gentes antes de admitirlas, pero este hombre los había engañado con su aspecto de salud en el momento del embarque... La muerte es triste en todos los lugares, pero aún más en el mar... ¡Lo que él había visto! Recordó un viaje que había hecho a Buenos Aires en otro buque conduciendo una gran masa de emigrantes del Norte de Europa.

La noticia de los primeros que emigraron fué animando a los que carecían de recursos para vivir en la población, y en cuatro meses me descargué de 2.389 bocas inútiles. Los enemigos, a la decimocuarta emigración de ellas, entendieron que su conservación me sería nociva, y tentaron no admitirlas con esfuerzo inhumano. Yo las repelí decisivamente».

Regla décima: En las cosas de hecho y de doctrina, para admitirlas, es preciso considerar las pruebas y fundamentos de ellas, sea quien quiera el Autor que las afirma. Esta máxîma es importantísima en el uso de las Artes y Ciencias humanas, en el trato civil, en la política, y económica, y otras semejantes ocurrencias, en que hemos de saber las cosas que los hombres nos comunican.

Aquí es de advertir, que hay algunos que con mala fe atribuyen en las disputas á su contrario ciertas cosas, que este ni las ha imaginado; y otras veces le atribuyen ciertas proposiciones, que piensan deducirse de la doctrina que el contrario enseña, aunque en la realidad este las niega, y no ha tenido él ánimo jamas de admitirlas; y esto lo hacen para triunfar del enemigo entre la gente ruda, que no alcanza estos artificios.

Parpadeó Moreno para expresar el asombro que le producían tales condiciones, y quiso negarse á admitirlas; pero se acordó de una segunda conversación que había tenido con Pirovani aquella mañana, antes de ir á la estancia de Rojas. Parecía transfigurado el italiano por un entusiasmo belicoso.

-Así es la verdad, señor -respondió una de las doce-, que no tenemos hacienda para mondarnos; y así, hemos tomado algunas de nosotras por remedio ahorrativo de usar de unos pegotes o parches pegajosos, y aplicándolos a los rostros, y tirando de golpe, quedamos rasas y lisas como fondo de mortero de piedra; que, puesto que hay en Candaya mujeres que andan de casa en casa a quitar el vello y a pulir las cejas y hacer otros menjurjes tocantes a mujeres, nosotras las dueñas de mi señora por jamás quisimos admitirlas, porque las más oliscan a terceras, habiendo dejado de ser primas; y si por el señor don Quijote no somos remediadas, con barbas nos llevarán a la sepultura.

Una hora después el coche del general Alvarado estaba a la puerta de su casa cargado con su equipaje y el general Villafañe, que debía acompañarlo a San Juan, donde a su llegada le entregó 100 onzas de oro de parte del general, suplicándole que no se negase a admitirlas. Como se ve, el alma de Facundo no estaba del todo cerrada a las nobles inspiraciones.

No veo con qué fundamento se puede afirmar que estas ideas son innatas, y que yacen ocultas en nuestro espíritu anteriormente al desarrollo de toda actividad, á manera de cuadros arrinconados en un museo no abierto todavía á la curiosidad de los espectadores. Aun cuando se pretenda que las ideas son distintas de los actos perceptivos, no hay necesidad de admitirlas preexistentes.

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