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Actualizado: 22 de junio de 2025
Uno de ellos, no el que venía delante, sino otro, extendió el brazo por encima del hombro del primero y me agarró de las narices y me dió un fuerte tirón que me hizo lanzar un grito de dolor. Di un salto de través, porque mis espaldas tocaban casi á la pared, y logré apartarme un poco de ellos; y alzando el bastón, lo descargué, ciego de cólera, sobre el que venía delante.
La noticia de los primeros que emigraron fué animando a los que carecían de recursos para vivir en la población, y en cuatro meses me descargué de 2.389 bocas inútiles. Los enemigos, a la decimocuarta emigración de ellas, entendieron que su conservación me sería nociva, y tentaron no admitirlas con esfuerzo inhumano. Yo las repelí decisivamente».
Las oficinas tituladas tesorería y contaduría jeneral de ejército y hacienda pública, las primeras de las Islas, el tribunal y audiencia de cuentas ó contaduría mayor, la intendencia jeneral de ejército y superintendencia jeneral subdelegada de la hacienda pública, rentas del tabaco y vino, aduana, correos y secretaría del superior gobierno, aunque merecian ser tratadas cada una en párrafo separado, se traen todas en globo á este lugar, porque en todas ellas solo hay un vicio que combatir, á saber: el escesivo número de empleados propietarios, escedentes, supernumerarios, &c., que hay en todas ellas, y la necesidad de una limpia, que reduciéndolos á los puramente precisos, útiles y necesarios, descargue el tesoro público de tanto sueldo, pension y rentas que no debia pagar, porque si con veinte buenos empleados puede estar cubierto el servicio, ¿por que ha de mantener el estado ciento ó doscientos?
Si esta guerra estallara viviendo alguno de mis hijos ó de mis nietos, deseo que donen al Estado una corbeta armada y equipada, con la condición de que se llame La Savage y la mande un bretón. A cada andanada que descargue sobre la costa de Inglaterra, mis huesos se estremecerán de contento en su tumba. Ricardo Savage, conocido por Laroque.»
Por mi parte volví corriendo al comedor y tomé del hogar una sólida barra de hierro destinada a atizar el fuego. Lleno de terror, desatinado, descargué con ella fuertes golpes sobre la puerta y por último disparé mi revólver contra la cerradura, que saltó en pedazos y se abrió la puerta. ¡Venga una luz! dije, pero Sarto siguió apoyado en la pared, inmóvil.
El coche se puso en movimiento; sonaron las campanillas de las mulas, rechinaron los ejes y empezó á crujir toda aquella vieja armazón. Quevedo adelantó las manos y tropezó con la mujer. Esta le rechazó. Tormenta se prepara dijo Quevedo para sí , pues retirémonos y estémonos quedos para que más pronto descargue. La dama continuó callando.
Lo único que me dije fue: «Es esta una guerra a muerte, y de mí depende la vida del Rey.» Llegué junto al bote, respirando apenas, fijé los ojos en el punto donde quería descargar el golpe y alcé el brazo armado. El centinela hizo un movimiento y abrió los ojos; los abrió desmesuradamente, mirándome con expresión de terror intenso, y empuñó el fusil. Descargué el golpe.
Nada más supe de Ruperto por entonces, porque al arrojarse él al foso asomó por la puerta inmediata a mí el aguzado rostro de De Gautet. Sin vacilar un momento levanté la espada, le descargué un golpe con toda la fuerza que Dios me ha dado y cayo muerto: ni una palabra, ni un gemido. Por fin descubrí las llaves.
Queda por último el casco del que puede sacarse una tercera parte de su costo en su mayor deterioro. De esta empresa pende en gran parte el porvenir de estas provincias. El primer buque que descargue á la vista de las serranias de Centa, producirá un cambio total en las relaciones mercantiles de esta parte del globo.
Palabra del Dia
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