Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 2 de junio de 2025
El capitán Juan Montiño contestó don Juan. Rechinaron los cerrojos del postigo, que se abrió á medias. Entrad dijo la mujer. Y cuando don Juan hubo entrado, el postigo volvió á cerrarse. Esperad dijo Quevedo conteniendo con la mano el postigo ; aún queda uno, digo, si no es que yo sobro, que me alegraría. ¿Sois don Francisco de Quevedo y Villegas? Créolo así.
Después de un buen rato de espera rechinaron los goznes con cierto chirrido prolongado semejante á un lamento, y apareció una vieja, la cual, sin aguardar la pregunta del mancebo, le dijo en tono áspero: El señor cura está arriba. Y á paso acelerado fué á hundirse por una puertecilla, que más parecía agujero, de donde salían bocanadas de humo y fuerte olor á guisado.
¡A cantar! contestaron resignadamente todas; y al punto redoblaron las castañuelas, repiquetearon los panderos, rechinaron las conchas, exhaló su estridente nota el triángulo de hierro, y diez voces mal concertadas entonaron un villancico: Los pastores en Belén Todos a juntar en leña Para calentar al Niño Que nació en la Noche-Buena...
Las mulas se pusieron en movimiento, sonaron las campanillas, rechinaron las ruedas y el pequeño convoy, compuesto del coche y del carro, salió de Madrid. Quince días después entraba en París. El duque tomó una hermosa casa en la calle de San Dionisio. Es decir, la compró. La hizo amueblar magníficamente en dos horas. Llamó modistas y vistió á Esperanza de un manera regia.
El bruto, como sucede siempre, podía más que el filósofo. Buscó a tientas la salida, y apoyándose en las paredes llegó hasta la escalera. Al bajar el primer peldaño, sus botas rechinaron en el silencio de la casa. Sentose y se despojó de ellas. Luego se deslizó hasta abajo sin hacer el menor ruido.
El coche se puso en movimiento; sonaron las campanillas de las mulas, rechinaron los ejes y empezó á crujir toda aquella vieja armazón. Quevedo adelantó las manos y tropezó con la mujer. Esta le rechazó. Tormenta se prepara dijo Quevedo para sí , pues retirémonos y estémonos quedos para que más pronto descargue. La dama continuó callando.
Las pesadas hojas de una puerta profusamente claveteada rechinaron en sus goznes, quedando á la vista el interior del santuario. Este lo componía un pequeño cláustro, un modesto presbiterio y la sacristía que ocupaba un local á la derecha del presbiterio.
Palabra del Dia
Otros Mirando