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Á duras penas habrían sido más intensos esos sentimientos, si el autor hubiese reducido á cenizas el edificio de la Aduana, apagando sus últimos rescoldos con la sangre de cierto venerable personaje, contra quien se le supone la más negra inquina.

La diligencia francesa arrancó al galope del pueblecito de Behovia, donde reside la aduana, y en breve se abrió á mi vista un espléndido paisaje desde las alturas ó colinas que median entre el valle del Bidasoa y el del Nivella.

El suelo alrededor del edificio que acabo de describir que una vez por todas llamaré la Aduana del Puerto tiene las grietas llenas de hierbas tan altas y en tal abundancia, que bien á las claras demuestra que en los últimos tiempos no se ha visto muy favorecido con la numerosa presencia de hombres de negocios.

El 23 de marzo, á las ocho de la noche, esperaba yo en la vastísima estacion de London-Bridge el momento en que debía partir el tren expreso por el ferrocarril de Dover. Las gentes de la Aduana hacían su oficio, pesando los equipajes, sellándolos, etc., de manera que, desentendiéndome de mi equipaje, pude ir hasta París libre de registros é incomodidades fiscales.

Detrás, al norte, en el fondo del pequeño puerto, se destacaban las sombras gigantescas, abultadas por la optica del mar, de la aduana, los muelles, la estación del ferrocarril y otros edificios del puerto, quedando mas lejos, medio confusas entre los vapores de la noche, las moles de la parte interior de la ciudad.

La situación del matrimonio seguía difícil y sin mejorar, cuando un día Menchaca, jugando con unas pistolas, no se sabe si inadvertida o intencionadamente, se pegó un tiro en la sien y cayó muerto. Al año Hortensia celebró su matrimonio con don Matías Cepeda; compraron la casa de la calle de la Aduana y la arreglaron.

El Español es extranjero en España bajo los umbrales de la Aduana, cuyas uñas inquisitoriales no respetan nacionalidad ni domicilio, escarbando lo mismo el equipaje del que viene de la China ó del Nuevo Hundo, que del que llega de paseo de alguna ciudad española.

Muy cerca esta la ciudad de Verviers, la más importante localidad de la comarca, donde el viajero se detiene á presentar su pasaporte y hacer registrar su equipaje en la aduana. La fabricacion de paños, hilos y tejidos de lana de muchas clases que se hace en Verviers tiene grandes proporciones, produciendo cerca de cien millones de francos anualmente.

Después de salir de los vastos salones de la Aduana, el viajero se ve asaltado por los cocheros y carreteros, especie de mendigos sobre cuatro ruedas, que se disputan los chelines del gentleman novicio. Cuando la gavilla da el asalto lo mas prudente es no escoger el victimario, sino entregarse á discreción del primero que llega, so pena de ser estrangulado con equipaje y todo.

Por lo tanto, con grande y merecido descrédito mío, y considerable detrimento de mi conciencia oficial, continuaron, durante mi época de mando arrastrándose, como quien dice, por los muelles, y subiendo y bajando las escaleras de la Aduana.