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En general, notábase entre los empleados públicos cierta inquietud de ánimo, que se traducía en esfuerzos por ser original. Un joven de buena familia, no logrando encontrar medio de ser original, acabó por decirle a su jefe una porción de groserías, y, naturalmente, tuvo que abandonar al punto su empleo. Kotelnikov se creó muchos enemigos.

El general cayó pronto del encumbrado puesto, y acabó sus días, triste y descorazonado Cincinato, en miserable ranchejo, cuidando de unas cuantas vacas tísicas y estériles.

Volvió de su desmayo Claudia, pero no de su parasismo don Vicente, porque se le acabó la vida.

Gillespie, que la creía de edad madura, no le dió ahora más de treinta años, y acabó por sonreir, agradeciendo la mirada de simpatía y admiración que el profesor le enviaba á través de sus anteojos de miope. Luego se dió cuenta de que el profesor, á pesar de la severidad de su traje, llevaba sobre su pecho un gran ramillete de flores.

Enviudé hace tres meses; la enfermedad de mi esposo acabó con nuestros pocos ahorros y hoy no puedo mantener a este niño y a un hermanito suyo que he dejado en la cuna. ¡Pobrecillo! El angelito no ha probado bocado desde ayer, porque no encuentro ni limosna ni trabajo. ¡Caballero, señorita, ustedes que deben ser bondadosos, compadézcanse de estos desgraciados!

Así lo acabo de hacer en los párrafos anteriores; y si Kant hubiese querido ser mas exacto al dar cuenta de las opiniones de sus adversarios, no habria dicho que el primer raciocinio de la psicología racional no nos da sino una luz que se pretende nueva, cuando nos presenta el sujeto lógico constante del pensamiento, como el conocimiento del sujeto real de la inherencia. «Lejos, dice, de que sea posible inferir estas propiedades de la categoría pura y simple de una substancia, por el contrario, la permanencia de un objeto dado, no puede ser tomada en principio, sino partiendo de la experiencia, cuando queremos aplicarle el concepto empíricamente usual de una substanciaTiene razon el filósofo; las propiedades de la categoría pura y simple de una substancia, no pueden hacernos salir del órden ideal, si no podemos apoyarnos en un hecho de experiencia; pero olvida una parte del argumento psicológico cuando añade que en el caso actual, no hemos puesto en principio ninguna experiencia, y que solo hemos concluido del concepto de la relacion de todo pensamiento al yo, como al sujeto comun al cual este pensamiento se liga.

Si la enfermedad no es muy fuerte, queda en este estado el delirio de Gelarda, y no es conocido sino de aquellos que en estas cosas saben la fuerza de la fantasía, y no se dexan engañar. Un caso muy semejante á este me ha sucedido, y conocí el delirio, y lo previne, y con el tiempo se acabó de confirmar evidentemente mi pensamiento.

Así, pues, habíale inspirado una de esas pasiones terribles y serviles que son en general el privilegio de los viejos, pero que los jóvenes depravados experimentan algunas veces como anticipación hereditaria. Primeramente le había conquistado con su gracia y su fama, y acabó de subyugarle con los caprichos fantásticos con que lo atormentaba.

En favor de la teoría contraria no hay ninguna verdadera razon. En abono de la teoría que defiendo, existen, sin esforzar mucho el asunto, las cuatro razones que acabo de exponer. Encargo á los padres que mediten despacio sobre este consejo, dado á la ligera; pero que es fruto de una contínua y madura observacion, no desmentida nunca por la geometría infalible de la vida, por la experiencia.

Y misia Gregoria, con indiferencia estudiada, explicó que Esteven se había ido por sus negocios: un paseo de ocho días y nada más. Este nombre, torpemente lanzado por la inocente niña, acabó de helar la entrevista, ya de suyo glacial; misia Casilda esperaba el momento de poder levantarse, y misia Gregoria deseaba impaciente verlo llegar.