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Actualizado: 2 de septiembre de 2024
El tío Manolillo puede ser que, por un interés que aún no podemos conocer, haya querido haceros creer que ese caballero ama á esa comedianta. No es posible habiéndoos visto á vos. A no ser que de tal modo le hayáis descorazonado... Yo no podía obrar de otro modo... y no me pesa, porque yo dominaré este amor que se me ha metido por el alma; le dominaré, os lo juro.
A veces meditaba en ello interrumpiendo la lectura de Fray Luis de Granada y de los seis libros de San Juan Crisóstomo sobre el sacerdocio; pero al poco rato, descorazonado por tanta mezquina contrariedad, desesperando de ser útil jamás a la casa de Ulloa, se enfrascaba nuevamente en sus páginas místicas.
¡Esa gachí!... murmuraba Gallardo, descorazonado . Paese que ha vivío siempre con granujas que enseñaban sus cartas a too er mundo, y tié mieo. Cualquiera diría que no me cree cabayero porque soy un mataor. Otras originalidades de la gran señora traían enfurruñado y triste al torero.
Este se mostró descorazonado y un tanto perplejo, titubeando en las razones médicas con que explicar el retroceso de la enfermedad del pobre Thiers. ¿Era resultado de un poco de exceso en la comida...? ¿Era un efecto de la belladona y desaparecería atenuando la medicación? ¿Era...? En una palabra, convenía volver al reposo, no impacientarse, resguardar absolutamente los ojos de la luz, y ya que no se resignaba a permanecer en la cama, no debía moverse del sillón ni ocuparse de nada ni tener tertulia en el cuarto... La tristeza con que mi buen amigo oyó estas prescripciones no es para dicha. ¿Ves, ves? le dijo su esposa hinchando desmedidamente la nariz . Ahí tienes lo que sacas de hacer gracias, de querer curarte en dos días.
Feijoo, al contemplarla, no podía por menos de sentirse descorazonado. «Cada día más guapa pensaba , y yo cada día más viejo». Y ella, cuando se miraba al espejo, no se resistía a la admiración de su propia imagen. Algunos días le pasaba por bajo del entrecejo la observación aquella de otros tiempos: «¡Si me viera ahora...!».
Alfonso acaba de volver más descorazonado que nunca por los acontecimientos que le vuelven a sepultar nuevamente en la inacción y la oscuridad. M. de Lagarde, que le conoce, y que hubiera deseado llevarle consigo, no le ha sido posible, y ha partido, para Madrid, dejando a mi pobre hijo en el mayor desconsuelo. ¡Si yo pudiera obtener para mi hijo la resignación que yo poseo!
Al hablar así había tomado una mano de Elena, pero esta mano le pareció tan blanda y muerta, que tuvo que soltarla, descorazonado. Ella hizo un gesto de cansancio mirando hacia el interior de la casa, donde estaba su marido.
Descorazonado e impaciente, consideraba que sus economías valían bien un rayo de luz, y sólo dijo: «Hágase lo que ustedes quieran». Por la noche, Milagros fue a acompañar a su correligionaria en trapos. Esta, como no se habían visto desde la semana anterior, creía resuelto ya el problema financiero que puso a la marquesa tan angustiada en los últimos días de Junio. Francamente, yo también lo creí.
Aun cuando, reflexionando con espíritu más sereno, no podía comprender la posición exacta que ocupaba este joven rufián que se llamaba Herberto Hales, o el significado verdadero de sus ominosas palabras finales de franco desafío, había conseguido, por lo pronto, arrebatar a mi amada de las garras de ese impudente, descorazonado y arrogante bruto y explotador, pero no me atrevía a prever por cuánto tiempo sería.
El inspector escuchó su denuncia con indiferencia y sólo respondió con un «bien, bien; ya veremos: no hay que preocuparse de eso» que dejó descorazonado a nuestro profesor. Es que, señor inspector, si esa canalla se obstina en armar bronca no respondo de lo que pueda suceder en el teatro. Pierda usted cuidado; yo respondo de ellos... y de usted también replicó el inspector con sorna.
Palabra del Dia
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