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Para tratar sobre este punto, Morsamor llamó a consejo una mañana al piloto Fréitas, al administrador Vandenpeereboom y hasta a Fray Juan de Santarén y al amigo Tiburcio, con cuyos pareceres quería asesorarse. Por noticias que en Sofala y en Melinda le habían llegado, Morsamor sabía que los negocios de Portugal en la India andaban harto revueltos.

Y a la fuerza, cogiéndole por las manos, lo alzó de la silla y se puso a dar vueltas con él, entonando uno de los cantos largos y monótonos del país. Fray Diego se sintió rejuvenecido. Recordaba sus tiempos de mastuerzo allá en la aldea, cuando su tío el cura de Areces le molía a palos porque saltaba de noche por la ventana para ir a cortejar las mozas de los pueblos vecinos.

Confieso que me he engañado torpemente dijo el padre Aliaga ; es cierto que no había creído llegasen á un extremo criminal los favores de su majestad á ese joven; pero temía que él hubiese interpretado mal algún favor de la reina. Para que acabéis de tranquilizaros, fray Luis, sabed que á quien ese caballero enamoró fué á . Y me enamoró de un modo que... llegó á engañarme, creí que no mentía.

Y nada diré de tu voz; nuestro coro pierde contigo el mejor de sus cantores. Sonrióse complacido el doncel y dijo: Á la paciencia del buen hermano Jerónimo debo también el oficio de grabador, que he aprendido pasablemente y llevo hechos muchos trabajos en madera, marfil, bronce y plata. Con Fray Gregorio he aprendido á pintar sobre pergamino, metal y vidrio.

Así descubria Paquita su corazon al buen Candido, en su gabinete, á presencia de Martin, el qual dixo: Ya llevo ganada, como vm. ve, la mitad de la apuesta. Habíase quedado fray Hilarion en la sala de comer, bebiendo un trago miéntras servian la comida.

El segundo trozo, entre los rios Igatimí y Yaguarí, fué absolutamente despreciado de los conquistadores, que hallándole casi desierto, nunca fijaron el pié en él, sino el V. P. Fray Luis Bolaños, que inició la reduccioncita de Pacoyú que se deshizo en un momento.

En Fray Luis de León fuíste cigarra que endulzaba el reposo de la siesta, y tonada de amor de la tierruca en los cuadros agrestes de Pereda; caballero gentil de la Armonía en el rugiente "Niágara" de Heredia, batir de alas de ingrávidos querubes en las trovas ardientes de Teresa.

Sin duda alguna, le temía al Ceco. Y ciertamente que tenía razón de temerle exclamó fray Antonio, con sus obscuros ojos brillantes, vueltos hacia los míos en medio de la semiobscuridad. El Ceco no es un individuo fácil de manejar. Pero ¿con qué fin ha ido a Londres? le pregunté. ¿Acaso ha ido con malas intenciones?

¡Viva el papa soberano de todos los reyes de la tierra! exclamó después de largo silencio, en que ambos parecían dormitar, Fray Diego. Al mismo tiempo dio un tremendo puñetazo sobre la mesa que hizo bailar los tarros y las copas. El barón no se conmovió poco ni mucho.

A Francisca Cortés, mujer de Onofre Aguiló de Onofre. El Doctor Juan Bautista Oliver, Beneficiado en San Miguel. El R. P. Presentado Fray Miguel Ferrandell, Ministro que fue del Convento de la Santísima Trinidad, Calificador del Santo Oficio. El P. Fray Miguel Estela, Lector en Filosofía de San Francisco de Paula. A Catalina Pomar, Viuda de Rafael Martí menor, alias del arpa.