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Pero no eran mejores ni peores que los hombres de espada que en los mismos años hacían la guerra en Europa. ¡Es curiosa la injusticia del mundo con los conquistadores de América!... Algunos los describen como monstruos excepcionales de maldad, algo de que no hay ejemplo en la Historia; y un siglo después que ellos realizasen su conquista, se desarrollaban en el corazón de Europa la guerra de los Treinta Años y otras guerras de religión, con degüellos en masa de pacíficos campesinos y quemas de pueblos enteros con todos sus habitantes...

Unicamente la gloria de los guerreros, de los conquistadores sanguinarios, cuyos nombres son conocidos hasta en los lugares salvajes, podía igualarse con el dominio universal de la mujer. Para continuó Alicia , lo más hermoso y exacto que se ha escrito es lo del «banco de los viejos». El príncipe hizo un gesto de extrañeza, y ella continuó.

Durante las luchas civiles de los conquistadores, ni almagristas, ni gonzalistas, ni gironistas, ni realistas se atrevieron a llevarlo a los combates, y permaneció como objeto sagrado en un altar.

Y no lo digo por la abundancia de fundaciones, ni por la suntuosidad de las fiestas, ni porque los ricos dejasen su fortuna a los conventos, empobreciendo con ello a sus legítimos herederos, ni porque, como lo pensaban los conquistadores, todo crimen e inmundicia que hubiera sobre la conciencia se lavaba dejando en el trance del morir, un buen legado para misas, sino porque la Iglesia había dado en la flor de tomar cartas en todo y para todo, y por un quítate allá esas pajas le endilgaba al prójimo una excomunión mayor que lo volvía tarumba.

La fantasía de aquellos conquistadores se exaltó de tal manera con esas imágenes fantásticas y engañosas, que uno de ellos, Manuel Ponce de León, después de hacer grandes preparativos, emprendió una expedición para descubrir las fuentes de la juventud perpetua. Continuación y fin de la crítica particular de las obras dramáticas más notables de Tirso.

La mayor parte de sus soldados habían dejado en ella los huesos: otros habían perecido en el mar; sólo Pizarro y unos cuantos predestinados como él consiguieron volver a Santo Domingo. El antiguo paje de doña Isabel arrastró en la ciudad colonial la mísera existencia de los conquistadores sin éxito.

Su vigor de incansable centauro le había servido poderosamente en la empresa de poblar sus tierras. Era caprichoso, despótico y de grandes facilidades para la paternidad, como sus compatriotas que siglos antes, al dominar el nuevo mundo, clarificaron la sangre indígena. Tenía los mismos gustos de los conquistadores castellanos por la belleza cobriza, de ojos oblicuos y cabello cerdoso.

Un simple cotejo entre estas líneas y las del Mihrab bastarán mas tarde para demostrar hasta la evidencia esta idea, que es para nosotros una verdad incontestable. Empezaron ya los mismos árabes á falsear el aspecto artístico de esta gran mezquita; mas ¿qué fueron estas ligeras innovaciones para las que hicieron algunos siglos despues, si no los conquistadores de Córdoba, sus infaustos sucesores?

En las ciudades como Toledo , Valencia , Sevilla y otras, tomadas por capitulacion, se observarian con los muzlimes los tratos y convenios celebrados; cuando la poblacion habia sido entrada á viva fuerza, ó sin mas concesion, como en Córdoba, que la vida y la libertad de espatriarse , es evidente que los que no pudieron usar de este beneficio y permanecieron en sus casas, quedaron entregados á merced de los conquistadores.

Leemos, pues, en la obra tantas veces citada de Al-Makkari, copiando al historiador Ar-razi, que los conquistadores de Andalucía imitaron la conducta de los generales musulmanes que habian tomado á Damasco, y que lo mismo que estos habian dividido con los Cristianos de Siria el templo principal de dicha ciudad, dividieron ellos con los Cordobeses el templo principal de Córdoba, sobre el cual andando el tiempo construyó Abde-r-rahman la gran mezquita.