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Su dandinismo había hecho estruendosa irrupción en la mente de sus maravillados compatriotas, mientras que el dandinismo de Juan Maury, casi a despecho de su poseedor, sólo se insinuaba con suave lentitud en el espíritu de la gente más delicada.

Las calles de la ciudad presentan un aspecto guerrero, y hasta los paisanos caminan con aire marcial, como si dijesen a los forasteros: «Somos compatriotas del gran Turena». Cené en mesa redonda y procuré informarme acerca del camino que debía emprender al día siguiente para llegar al castillo del duque de C..., que distaba tres leguas de la población.

Me refiero á Colon, atalaya inmensa de las modernas edades que no tiene rival. Es necesario hacer un viaje á América para llegar á comprender el heroismo de Colon; de otro modo no se entiende; y mas que el heroismo de Colon, el de nuestros valientes compatriotas que componian la tripulacion de sus tres pequeñas embarcaciones.

Tengo entendido que, cualquiera que fuese la bondad de su carácter, cualquiera la facilidad con que se le podían acercar, altos o bajos, quienes desearan abordarlo, no fue, sin embargo, un hombre alegre. No podía serlo, puesto que tenía la obsesión de una triste idea, la idea de una misión dura y difícil, no solo para él, sino también para sus compatriotas.

The speech referred to may be found in Part I, Chap. Vine al país de Vd., me dijo, muy joven y destinado al comercio, como muchos de mis compatriotas.

Ella, por su parte, hizo una excepción en favor de este joven argentino, abdicando su título desde la primera conversación. «Me llamo Berta», dijo dengosamente, como una duquesa de Versalles á un lindo abate sentado á sus pies. El marido también protestó al oir que Desnoyers le llamaba «consejero» como sus compatriotas: «Mis amigos me llaman capitán.

Porque un viajero arriba á sus playas, pierden su libertad y pasan á ser súbditos y esclavos, no solo del viajero, no solo de los herederos de éste, sino aun de todos sus compatriotas, ¡y no por una generacion sino para siempre! ¡Estraña concepcion de la justicia! ¡Tal situacion da amplio derecho para esterminar á todo forastero como al más feroz mónstruo que puede arrojar el mar!

Lo recitó de buena fe, con la convicción de que estaba trabajando por la gloria de su país. Celebraba la llegada del grande hombre como la aparición del día, con enfático lenguaje: «Egregio professore: Voi siete come la stella del mattino...». Y mientras aplaudían los compatriotas, «la estrella de la mañana» acariciábase las barbas y se afirmaba los lentes pensando en su contestación.

¡Oh! los españoles que han viajado por el extranjero han adquirido la costumbre de hablar mal de su país por hacerse superiores a sus compatriotas. Os aseguro que en los quince días con que contáis no habréis podido hablar siquiera a una sola de las personas cuya cooperación necesitáis. ¡Hipérboles! Yo les comunicaré a todos mi actividad. Todos os comunicarán su inercia.

A una miseria por palabra se pagó este trabajo, elevado de pensamiento, galano de estilo, con enseñanzas como todo lo suyo para sus compatriotas; con algo de su propia existencia.