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Apoyando las cláusulas con enfático gesto, se le ocurrían frases de admirable efecto contundente, frases capaces de tirar de espaldas a todos los individuos de la familia si las oyeran. ¡Qué lástima que no estuviera allí su tía...! Como si la estuviera viendo, le soltó estas atrevidas expresiones: «Y para que lo sepa usted de una vez, yo no cedo ni puedo ceder, porque sigo en esto el impulso de mi conciencia, y contra la conciencia no valen pamplinas, ni ese cúmulo, ese cúmulo, señora, de... preocupaciones rancias que usted me opone.

Pasaron de sala en sala, cada vez más admirados; Miquis, enfático y grandilocuente; D. José, repitiendo como un eco las exclamaciones de su amigo; Isidora, muda, absorta, abrumada de sentimientos extraños a las emociones del arte; mirándolo todo con cierta ansiedad mezclada de respeto, que más bien parecía el devoto arrobamiento que inspiran las reliquias sagradas.

El director, verbi gracia, coge un diapasón, y golpeándolo contra una mesa que le sirve de caja sonora, levanta una nota limpia, clara, rotunda..., á la que inmediatamente se ajustan los diversos elementos orquestales, desde la flauta plañidera al violón roncador y enfático.

A las ocho tomaban juntos el chocolate en el invernáculo que él llamaba con cierto orgullo enfático la serre. ¡Si esto fuera nuestro!... pensaba a veces Quintanar contemplando las plantas exóticas de los anaqueles atestados y de los jarrones etruscos y japoneses más o menos auténticos.

Como había viajado un poco y se jactaba de haber visto todos los adelantos del arte de la guerra, pasaba por militar instruído. Estaba suscrito a dos o tres revistas científicas; citaba en las tertulias, cuando se tocaba a su profesión, algunos nombres alemanes; para discutir empleaba un tono enfático y sacaba voz de gola que imponía respeto a los oyentes.

Pues a lo que la iba. Tumultos de gente vinieron también de fuera de las Cortes, y todas las amigas de casa, y mucha sociedad del buen tono que ya nos trataba.... Hija, no es alabanza; pero ¡cómo cantó este mal demonches de Julieta, y qué manos las suyas para teclear el peano! Le digo a usted que la casa se despampanaba después con el palmoteo. El embajador estaba enfático de entusiasmo.

Tenían ahora sus palabras, en vez del impetuoso brío de antes, un dejo amargo, una sombría y patética elocuencia. No era su tono el enfático de la prensa, sino otro más sincero, que brotaba del corazón ulcerado y del alma dolorida.

Su voz sonora regalaría el oído si su palabra no fuera un compuesto atronador de todas las maneras posibles de reír, de todas las maneras posibles de increpar, de los tonos del enfático discurso y del plañidero sermón.

¿Es posible dije interrumpiendo á don Pelegrín que sólo tres estudiantes salieran de Santander en un año? Y era mucho salir me contestó en tono enfático. Repare usted que estaba carilla la carrera de letrado.

Mi cabeza me producía una sensación extraña, como si no fuese exactamente la mía, sino, más bien, una cabeza parecida, que alguien me hubiese dado el encargo molesto de transportar hasta España. Juzgando con esta cabeza, tomé por una gran actriz a una señora que hablaba siempre de un modo muy enfático; pero ella me sacó pronto de mi error.