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Para soltar cumplidamente estas objeciones conviene fijar las ideas. Bajo las sagradas especies hay un cuerpo que no afecta nuestros sentidos: aquí encontramos un milagro, mas una cosa imposible.

Es un gran apoyo moral decirse en el trance supremo: «¡Persiste! ¡un esfuerzo más!... Si el viento y el mar son tus contrarios, no estás solo, la Humanidad vela por tiLos antiguos, que seguían las costas y las tenían á la vista incesantemente, necesitaban más que nosotros alumbrarlas. Dícese que los etruscos fueron los que empezaron á entretener los fuegos nocturnos sobre las piedras sagradas.

Otro argumento contra la Divinidad de las Sagradas Escrituras hacen los Sectarios, sacado del culto divino prescrito en ellas, y practicado por la Iglesia; pues todas las ceremonias del templo las tienen por gentílicas y profanas, muy distantes de poder venir de Dios.

Verdad es que sólo faltaba un leve impulso externo, para inclinar á los clérigos á intervenir en la representación de las sagradas historias.

Sus preocupaciones tenían por lo ingenuas algo de sagradas, y libre de toda mira interesada, venía a nueva existencia, trayendo para examinarla, aunque con el espíritu de otros siglos, la más recta imparcialidad.

Al mismo tiempo que circulaban las sagradas historias del Antiguo y del Nuevo Testamento, las antiguas leyendas cristianas, etc., de todos conocidas, corrían también número casi infinito de tradiciones españolas y leyendas milagrosas, que se aumentaban de día en día.

Véase la nota de la pág. 91, al final. Salviato en la Vida de S. Martin de Soure, y el árabe Al-Makkarí en su Historia tantas veces citada; ambos hacen memoria de una iglesia dedicada á la Vírgen María, que no nombran S. Eulogio, ni Alvaro, ni el abad Sanson. Son de esta opinion el P. Roa, el Dr. Gomez Bravo, y otros diligentes conservadores de las memorias sagradas de Córdoba.

Así como la gloria de la imperceptible Grecia sobrepuja en brillo á la de todos los imperios de Oriente, así el Olimpo, la más alta y bella de las montañas sagradas de los helenos, ha llegado á ser en la imaginación de los pueblos el monte por excelencia: ninguna cima, ni la del Meru, ni las del Elburs, el Ararat ó el Líbano, despierta en el espíritu humano tantos recuerdos de grandeza y de majestad.

Si el sol hubiese amanecido cuadrado y los Cristos, vestidos de pantalones, Quiroga no se habría alarmado tanto: habría tomado al sol por un liampó y á las sagradas imágenes por jugadores de chapdiquí que se quedan sin camisa; pero, ¡no venir los frailes cuando precisamente acaban de llegarle novedades!

Otro argumento hacen los Sectarios contra la divinidad de las Sagradas Letras. Dicen, que nosotros probamos la revelacion de las Divinas Escrituras por la autoridad de la Iglesia, y la infalibilidad de la Iglesia por las Escrituras lo qual es peticion de principio y círculo vicioso.