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Hay certeza inmediata de nuestras relaciones con seres distintos de nosotros. Hay certeza de la existencia de un mundo externo. El mundo externo no es mas para nosotros que un ser extenso que nos afecta, y que está sometido á leyes constantes que podemos determinar. Tenemos idea de la extension. La idea de la extension es excitada por las sensaciones, pero no se confunde con ellas.

La sensacion pues, considerada en , no atestigua: es un hecho que pasa en nuestra alma: si efectivamente ha habido accion de un objeto externo sobre nuestros órganos, y si este objeto es tal como parece, no le toca el discernirlo á ella que es una afeccion de nuestro ser, un hecho simple, nada mas.

Hace del yo, una causa universal, sino un espejo en que reflejan el mundo interno y el externo. Esta explicacion recuerda el famoso sistema de las mónadas de Leibnitz, sistema ingenioso, arranque sublime de uno de los genios mas poderosos que honraron jamás al humano linaje.

En las sensaciones podemos notar, que nada nos dirian ni aun sobre ese aspecto ó disposicion del mundo externo, si no tuvieran por base la extension; ¿á qué se reduce el mundo corpóreo si le suponemos inextenso?

Pero si se trata de la vision, ó sea el fenómeno externo, en vano nos esforzaremos en hacer semejantes maniobras: cada cosa está en su lugar, ó á lo menos así lo parece: y las sensaciones están encadenadas entre con eslabones de hierro. La una viene despues de la otra, y nos es imposible salvar las intermedias.

Es verdad que lo que nos afecta tiene extension, y que esta es la base de las relaciones de nuestra sensibilidad con el mundo externo; pero de aquí inferir que este mundo considerado en su esencia, no es mas que lo que se nos presenta en las dimensiones, es como si se tomasen por la esencia de un hombre, los lineamientos que constituyen su figura.

Sin duda, en su aspecto externo, encontramos con frecuencia el desarrollo del argumento descansando, como en los de la primera clase, en los mismos é iguales motivos, no habiendo otra diferencia sino la de que cada momento de la última recibe su verdadero sentido de su menor ó mayor relación con la idea capital.

16Luego la filosofía del yo, ó la que quiere explicar el mundo interno y externo, partiendo del yo, es imposible, y comienza por prescindir de uno de los hechos fundamentales de la psicología. 17Luego la doctrina de la identidad universal es absurda tambien; pues que da á la materia inteligencia e inteligibilidad inmediata, cuando no puede tener ni uno ni otro.

«Hay que guardar en todo caso las santas apariencias, y tributar a la sociedad ese culto externo sin el cual volveríamos al estado salvaje. En nuestras relaciones tienes un ejemplo de que cuando se quiere el secreto se consigue. Es cuestión de estilo y habilidad.

En la idea de la sensacion como puramente subjetiva, no se encierra la idea de la existencia ó posibilidad de un objeto externo: condicion indispensable para que el criterio de la evidencia pueda tener lugar. Esto, á mas de ser claro de suyo, se confirma con la experiencia de todos los dias.