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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Para probar que ya no puede ser de provecho otro general perdón o tiempo de gracia y lo confirma con la autoridad de Peña, que hablando de los Judíos de Portugal afirma lo mismo, que de los de Mallorca Albertino y es concluyente a mi ver la razón, que trae en el número 8, si es verdadero el supuesto, como parece, que la experiencia lo comprueba, que de los innumerables, que en aquel tiempo de gracia se redujeron para el foro externo, apenas hubo quien sacramentalmente se confesara para alcanzar el perdón de sus almas.

Otra razón nos mueve además á traspasar los límites de nuestra propia esfera: en donde falta lazo externo debe servir cada período histórico conocido para la aclaración de los desconocidos, ya que este es el único medio de que las distintas épocas de la civilización arrojen su luz, comparándolas entre , sobre otros lugares y tiempos.

Este argumento se funda en los fenómenos puramente internos y así vale, aun contra los idealistas, contra los que quitan al mundo externo toda realidad, y lo reducen solo á meras apariencias, á simples fenómenos de nuestro espíritu. Esas apariencias existen por lo menos como apariencias; ellas pues son algo, ellas son contingentes, ellas no son pues el ser necesario.

En lo que se refiere a lo externo del arte, medios de expresión, procedimiento, condiciones personales, nuestros tratadistas y pintores siguen influidos por el saber de los extranjeros: unos, como Luis de Vargas, imitan a Rafael; otros, como Pantoja, siguen a Antonio Moro: el Greco, aunque permaneció aquí tantos años, no renegó de su culto a Venecia.

De la existencia de este mundo interno que resulta del conjunto de las escenas ofrecidas por las sensaciones, ¿podemos inferir la existencia de un mundo externo? No se trata aquí de la práctica sino de la teoría: esta cuestion únicamente se refiere á las fuerzas del raciocinio, á la voz de la naturaleza: voz mas fuerte que todos los discursos, y á que nos es imposible resistir.

Conciben algunos las ideas como una especie de imágenes ó retratos del objeto: si bien se observa, esto no tiene sentido sino refiriéndose á las representaciones de la imaginacion, es decir, á lo puramente corpóreo; y en cuyo caso, aun exige la suposicion de que el mundo externo sea tal cual nos lo presentan los sentidos, lo que bajo muchos aspectos no es verdad.

La imaginacion las contenia, depuradas ya de la grosería del sentido externo: en ella estaban mas aéreas, mas puras, mas cercanas á la inmaterialidad; pero distaban aun inmensamente del órden intelectual, y llevaban consigo el peso de las condiciones materiales que no les consentia levantarse á la altura necesaria para que pudiesen ponerse en comunicacion con el entendimiento puro.

Dentro de la epopeya más tenida por epopeya, hay a veces mucho lirismo. La existencia de uno y otro género es evidente; pero no aquieta al espíritu el poner por fundamento de la distinción algo de tan externo como el narrar o el no narrar. ¿Qué poesía no narra? ¿En qué obra escrita no se cuenta algo, a no imaginarla compuesta de ayes, suspiros e interjecciones?

Las doctrinas de Kant que conducen á convertir el mundo externo en un hecho puramente subjetivo, y que por tanto dan orígen al idealismo trascendental de Fichte, están refutadas en el libro II donde se demuestra la objetividad de las sensaciones; en el III donde se manifiesta la realidad de la extension, y en el VII donde se prueba que el tiempo no es una pura forma del sentido interno.

Nada mas cierto, mas evidente á los ojos de la filosofía que la subjetividad de toda sensacion; es decir, que las sensaciones son fenómenos inmanentes, ó que están dentro de nosotros y no salen fuera de nosotros; y sin embargo, nada mas constante que el tránsito que hace el género humano entero de lo subjetivo á lo objetivo, de lo interno á lo externo, del fenómeno á la realidad. ¿En qué se funda este tránsito?

Palabra del Dia

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