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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Otro dice: todo lo que vemos es nada, ni hay mundo externo, ni nosotros tenemos cuerpo. Otro dice eso que nos cuentan de que existe una ciudad llamada Lóndres, no es verdad. En todos estos casos nadie sabe qué objetar: se oye el desatino, se le rechaza por un impulso natural, el espíritu siente que aquello es un desatino, sin verlo.

Entonces suponiendo que yo supiera que á mi sensacion no le corresponde un objeto externo extenso, y que solo es causada por un ser que obra sobre , es evidente que en mi espíritu habria dos cosas: 1.ª El fenómeno de la sensacion, el cual en todos los supuestos seria el mismo. 2.ª La idea del ser que me la produce; y en esta idea no habria mas que la de un ser distinto de , que obra sobre : tendria con relacion á lo externo, dos ideas, distincion y causalidad.

Es así que lo condicional nos es dado, tanto en el mundo externo como en el interno, luego existe un ser incondicional, de cuya existencia no hay la razon en ninguna parte fuera de él mismo. INMUTABILIDAD DEL SER NECESARIO

Si es una idea, ¿le corresponde un objeto en el mundo externo? ¿Es una pura ilusion? La palabra espacio, ¿está vacía de sentido? Si no sabemos lo que es el espacio, fijemos al menos el sentido de la palabra; que con esto, fijaremos tambien en algun modo el estado de la cuestion.

Sin embargo, ese lujo externo escénico á que aludimos, es un rasgo característico que separa la segunda mitad de la edad de oro del teatro español de la primera, y un síntoma, al mismo tiempo, que deja ya adivinar su próxima decadencia.

Verdad es que sólo faltaba un leve impulso externo, para inclinar á los clérigos á intervenir en la representación de las sagradas historias.

Si del examen externo, esto es, del aspecto físico, pasáramos al del ente moral, veríamos en su sereno semblante reflejado fielmente su espíritu. La sonrisa que de vez en cuando erraba por sus labios como si a ellos quisieran asomarse las impresiones de su alma, era la sonrisa del hombre feliz.

Entonces el espíritu, libre de influjo externo, prosiguió su incansable labor, y comenzó a soñar disparatadamente, mezclándose y trabándose en sus desvaríos lo verosímil con lo imposible, y las reminiscencias de lo real con las locuras de lo imaginario.

Tengo á mi vista y en mi mano una manzana. Por lo demostrado mas arriba, estoy cierto de que existe un ser externo, relacionado con otros seres y con el mio por leyes necesarias; estoy cierto que de él me vienen diferentes impresiones: veo su color, figura y tamaño; percibo su olor, experimento su sabor; siento en la mano su magnitud, su peso, su figura, sus concavidades y convexidades, y oigo tambien el leve ruido que despide cuando la manoteo.

No quiero indicar con esto que la razon sea impotente á manifestar la legitimidad de la ilacion con que se deduce lo real de lo ideal, ó la existencia del mundo externo de la del interno; solo me propongo señalar á la filosofía un linde, que si no la ilustra, al menos le inspire sobriedad en sus investigaciones, y desconfianza en sus resultados.

Palabra del Dia

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