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Tampoco sabemos á qué sirven muchos otros seres, y no obstante, ni por eso negamos su existencia, ni ponemos en duda su utilidad. ¿Quién nos ha dicho que la fuerza vital que reside en el bruto no haya de tener ningun objeto en destruyéndose la organizacion que ella animaba?

Por eso tenía poco mérito el embromarlas. Jamás se dio el caso de verlas enfadadas con sus amigos, y eso que algunos se deslizaban en sus guasas hasta llegar no pocas veces a la grosería. En cambio eran muy propensas a la guerra intestina, esto es, a irritarse una con otra; pero ya sabemos en qué paraban siempre estas misas.

No sabemos á punto fijo cuándo caducó el privilegio de obligar á todos los mudéjares sin distincion á trabajar en las obras de la catedral; pero nos inclinamos á creer que duraria cuanto duró en Córdoba aquella clase de gente, es decir, hasta el tiempo de los reyes católicos D. Fernando y D.ª Isabel.

18 Mas los judíos no creían de él, que había sido ciego, y hubiese recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista; 19 y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? 20 Les respondieron sus padres y dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego;

No tienen ustedes más que bajar por la primera escalera de caracol y luego dar media vuelta... Bringas, , es el sacristán de la Capilla. ¿Qué está usted diciendo, señora? Buscamos al oficial primero de la Intendencia. Entonces será abajo, en la terraza. ¿Saben ustedes ir a la fuente? No. ¿Saben la escalera de Cáceres? Tampoco. ¿Saben el oratorio? No sabemos nada.

Todo lo que sabemos es que la Ligera, llena de tropas para Crimea, había zarpado de Tolón la víspera por la tarde, con mal tiempo. De noche todavía, empezó a arreciar el temporal. Viento, lluvia, mar alborotado como nunca. Por la mañana amainó un poco el viento, pero el mar continuaba tan fiero; y a todo esto, una maldita bruma del demonio, que no permitía distinguir un fanal a cuatro pasos.

Tendrás razón, hijo; aquí nadie se mueve; todos viven como cansados, como abrumados de fastidio. Saliste bien de tus exámenes, ¡ya lo sabemos! Nos lo dijo Ricardito Tejeda la noche que vino a visitarnos. El pobrecillo te quiere mucho. Nos contó que tenías mucho miedo.

No lo tomes por donde quema, mujer manifestó Elisa, la joven sabia que poseía el arte de persuadir. Se pueden hacer regalos y caricias sin ninguna mala intención. Todos sabemos en Entralgo que D. Félix te quiere como una hija.

A Salomé le entró una tos convulsiva, no sabemos si originada por una causa física ó por la necesidad de disimular y no ofrecer á la contemplación de don Gil las arrugas triangulares y el color cárdeno que aparecieron en su cara al oír aquella proposición. María de la Paz se restregó un ojo como si le escociera. Oyóse la voz de doña Paulita que rezaba un latinajo incomprensible.

Síguese, pues, que no sabemos por qué es pobre España, a no ser que afirmemos, y a esto me inclino yo, que somos pobres por una calidad opuesta a la que acabamos de mencionar: por el amor al lujo, por el despilfarro, por el desorden, porque somos indiscretamente muy rumbosos y generosos, y sobre todo, porque no sabemos gastar y gastamos sin discernimiento y sin lucimiento.