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Este verano, en Biarritz, ella y el chico de Fonseca se ponían de un modo por las noches en la terraza del casino, que era cosa de sacar fotografías iluminadas. Allá Cobo, antes de irse, hizo también algunos cuadros disolventes en los jardinillos. ¡, ; bien me ha comprometido esa chica! manifestó Cobo en tono cómicamente desesperado. Ya no tenías mucho que perder.

¡Sentémonos!... ¡Bebamos! exclamó el doctor Lorquin ; ésta es la corona de la fiesta. ¡Ah, querido Gaspar, cuán contento estoy de verte sano y salvo! decía Hullin . ¡Eh!, ¡eh!, sin que esto sea adularte; más me agrada verte así que cuando tenías la cara redonda y colorada. ¡Ahora estás hecho un hombre, pardiez!

Ninguna falta de los pies tenías para los altos vuelos que emprendiste. Fuiste toda una mente geométrica, fórmula abstracta, puro pensamiento, que nos hablaba en nuestra noche tétrica con una voz de sibilino acento. A la tienda llegó del adversario, razonador, sin altivez ni reto. Si no cambió su juicio refractario, mucho fué que ganara su respeto.

¡Bien, hombre!... Me alegro de que hayas salido del cascarón y sepas lo que es el mundo. ¡Ah, tunante, qué callado te lo tenías! Pero como todavía se quedase en el despacho adivinándose en su actitud un resto de inquietud, Raimundo, con esa audacia peculiar de las mujeres y de los hombres débiles en las circunstancias críticas, dijo con firmeza: El capital de mi hermana y el mío está íntegro.

Mi noble y santa amiga, yo sabía muy bien que tenías la virtud del sacrificio; veo ahora, que habías recibido el premio de ella. Hacia las dos de la mañana sucumbiendo de fatiga quise respirar por un momento el aire puro. Descendí la escalera en medio de las tinieblas, entre en el jardín, evitando atravesar el salón del piso bajo, donde noté luz. La noche estaba profundamente sombría.

Eran cerca de las tres cuando Juan llegó al presbiterio. Me dijiste hoy, que tenías que hablarme... ¿de qué se trata? De algo, padrino, que va a sorprenderos, a entristeceros, y me entristece a también. Vengo a despedirme de vos. ¡A despedirte! ¿Partes? , parto. ¿Cuándo? Hoy mismo... dentro de dos horas. ¡Dentro de dos horas! pero esta tarde debíamos comer en el castillo.

No tenía un pedazo de tierra libre del peso de una hipoteca; las rentas apenas si daban para los réditos, y hasta la misma casa en que ella vivía era una finca que producía poco, por culpa de su vanidad. Cuando al quedar viuda te pusiste en mis manos, vivías en una de las dos habitaciones del piso segundo y tenías alquilado este principal. Un duro diario es una gran cosa, y más en tu situación.

¿A diario, chica?... No si podré dijo él algo intranquilo. ¿No has de poder? ¡Anda, pillín, que no te arrepentirás! ¿Estás siempre sola? Siempre, vidita. Y vive tranquilo: no soy yo como aquella perdida que... Mala voluntad la tienes. Como que me tenías chaladita y me daba ira de verla cómo se burlaba de ti. ¿Qué hacía?

Ahí tenéis por qué esta saliendo todas las noches en el cielo esa estrella con rabo. Es que el mundo se va á acabarEn el número 16: «Pero hija de mi alma, so tunanta, ¿tenías á tu niña mala y no me habías dicho nada? ¿Pues para qué estoy yo en el mundo? Francamente, eso es un agravio que no te perdono, no te lo perdono.

Y á propósito, Roger; nunca te he preguntado por qué la noble profetisa dijo de que tenías el pensamiento puesto en el castillo de Monteagudo con más constancia y cariño que yo mismo.... Quizás tuviera también razón al decirlo, señor, replicó el escudero ruborizándose, porque os confieso que en aquel castillo pienso todo el día y con él sueño de noche.