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¡Quia!, no señora... Vea usted, la tengo de sobra. Al contrario, creo que si no me desahogo, me quedo seca. Estaba yo anoche, que no cabía en . Me era tan preciso vengarme como el respirar y el comer. Pues verá usted... después de darle una bofetada que debió de oírse en Tetuán, le pegué un achuchón con la llave, y la descalabré... después metí mano a las greñas...

Yo me creía juguete de una alucinación, y sin quitarle un punto los ojos, ni aun osaba respirar, temiendo que un soplo desvaneciese el encanto. Ella permanecía inmóvil.

La hermosa joven se acercó anhelante á la reina. ¿Qué sucede, señora dijo , que la condesa de Lemos me trae consigo á pesar de decir al rey que estoy enferma? ¡Ah, Dios mío! Déjame respirar, Clara; ¡todavía aquellas cartas, Dios mío! ¡Pero si las quemó vuestra majestad! ¿Se había olvidado alguna?... ¿Ha aparecido alguna más?

Así como los compañeros de Ulises se encuentran encadenados por la belleza de Circe, y por su isla, semejante al Paraíso, así también el lector se siente adormecido por las alas del deleite, creyéndose trasladado á una isla maravillosa, desde la cual ve, en lo profundo, á la mar azulada ó á sus riberas encantadas formando graciosas bahías, y á sus suaves colinas, que parecen respirar amor.

que el prisionero ama la libertad; que quien está á oscuras ama la luz; que quien vive emparedado, desea estirar sus miembros, desea moverse, agitarse, respirar; que lo desea fanáticamente, con un ánsia frenética, con un instinto providencial.

El doctor había permitido que al mediodía, por ser aquélla la hora de más calor y no ofrecer peligro para la enferma, se abriesen por primera vez las ventanas del aposento de Magdalena; de modo que encontró a ésta sentada en su cama con el deseo retratado en el semblante de respirar aquel aire que le estaba vedado todavía y contemplar de cerca aquel frondoso verdor del parque, bajo cuya sombra no podía correr aún; pero en cambio ya que nada de esto le estaba permitido, había hecho cubrir su cama de flores, como se hace con los palios en la poética fiesta del Corpus.

Antes de haber recorrido la mitad del camino que nos conduce al sitio deseado, el prestigio cesa y el fantasma se desvanece, burlándose de nuestras esperanzas. ¡Dios me preserve de vivir mucho tiempo así! «¡Acercarme a Eulalia! decía yo esta mañana , ¡, vivir a su lado! ¡habitar donde ella habita! ¡respirar el aire que respira!» Y, desde entonces, todo lo que veo aquí me importuna.

Va recobrando el conocimiento respondió Cecilia, que, habiéndose lanzado hacia Enrique, le hacía respirar un pomo de sales y le prodigaba los más tiernos cuidados. ¡Ah! exclamó el general; ya abre los ojos. Cecilia se retiró apresuradamente; entró en su aposento seguida de su madre, y algunos momentos después el general fue a buscarlas.

Expresándose en plural, les decía que habían tomado una casa en Arcachón, y sabedores de que a Bringas y a los niños les convenía respirar aires frescos y salinos, les invitaban a pasar un mes allá. El ofrecimiento era tan cordial como explícito. La casa era muy grande, con jardín y mil comodidades.

Clara contestaba también muy á prisa para no quedarse atrás: así es que, por último, apresurándose una y otra, resultaba que aquello parecía una apuesta de velocidad en la pronunciación. Llegaron al fin sin aliento y muy cansadas. Paulita tuvo necesidad de respirar el aire libre, abrió el balcón y miró á la calle; hecho inusitado, cuya gravedad no comprendió Clara tampoco.