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Actualizado: 13 de septiembre de 2024


A primera vista se presenta quizás como un mero cimiento del edificio científico: pero en este cimiento, si se le examina con atencion, se ve retratado el edificio entero: es un plano en que se proyectan de una manera muy visible, y en hermosa perspectiva, todos los sólidos que ha de sustentar. Importa mucho acaudalar ciencia, pero no importa menos conocer sus límites.

Días ha que vive aislado quien escribe este artículo y sin prestar atención, por su vejez y sus enfermedades, a casi nada de lo que ocurre fuera de España, a las más flamantes doctrinas filosóficas, a la dirección que toma y sigue la mayoría de los espíritus y a la corriente de ideas y opiniones que informan la novísima literatura; pero lo ve todo, retratado como en fiel espejo, en las producciones literarias españolas de ahora, sobre todo cuando presumen de contener o de ser filosofía.

Los más audaces le cogían una mano, se la estrechaban fuertemente y la agitaban en todas direcciones, deseosos de prolongar lo más posible este contacto con el grande hombre nacional, al que habían visto retratado en los papeles públicos. Luego, para hacer partícipes de esta gloria a los compañeros, les invitaban rudamente. ¡Chócale la mano! No se enfada. ¡Si es de lo más simpático!...

Pasó como un sueño, costosa manía de grandezas, la gloria militar de Carlos I: tras los males engendrados por la ambición y el despotismo, vinieron la estéril crueldad de Felipe II por conservar lo adquirido, la devoción relativamente mansa con que Felipe III imaginaba merecer del cielo lo que no sabía procurar en la tierra, y subió por fin al trono aquel Felipe IV a quien sus cortesanos llamaban Filipo el Grande, pero de quien nadie se acordaría hoy si no le hubiese retratado Velázquez.

Este conocimiento es intuitivo en lo tocante á los actos de nuestra voluntad; y con respecto á la de los demás, aunque no tenemos una intuicion inmediata, conocemos perfectamente lo que pasa en ellos, viéndolo en cierto modo retratado en lo que experimentamos en nosotros.

Los Grandes alargaban las cabezas, ansiosos de oír a Jacobo... Acababan de ver retratado, cual en un espejo, en el discurso de Benhacel, lo que debe de ser un Grande, lo que significa aquel lema de la antigua hidalguía: nobleza obliga, que no exige ciertamente que cada título de Castilla sea un genio, ni cada Grande de España un héroe, ni cada apellido ilustre un santo; porque ni el genio se hereda, ni la inteligencia se vincula, ni el heroísmo es un pergamino, ni la santidad un mayorazgo.

Alguna que otra dalaga, adornada con cuantos objetos relucientes ha podido encontrar, pasa por delante de nosotros con dirección á la iglesia ó á la casa del hermano, que de seguro es lo menos capitán pasado ó cabeza, de Barangay, sociales jerarquías que le dan opción al vos en el trato, á un asiento en la principalía y á un trozo de banco que procurará esté cerca, ó del canuto donde coloca el Gobernadorcillo el bastón, ó del tallado del respaldo que representa todo lo representable, pues en cuestión de dibujo y de talla los indios no atascan, y llevan su despreocupación hasta un punto que hemos visto el retrato de un General muy conocido, sustituído su nombre por el del bienaventurado Santiago, y todo porque el general está retratado á caballo y tiene algunos moros á sus piés.

Aparte la perfecta imitación de lo natural, el rasgo distintivo de este lienzo es cierta mezcla de vigor y elegancia, de majestad y gallardía que hace profundamente simpático al modelo: aun ignorando quién sea el retratado, se comprende que debe de pertenecer a la categoría de mimados por la fortuna y puestos por ella en la cumbre de las grandezas sociales, alguien hecho a la magnificencia y regalo de los palacios, un poderoso a quien la felicidad ha protegido; porque continente, apostura, gesto, todo es propio de gran señor: y sabiendo que es Felipe IV de Austria, bajo cuyo cetro no hubo desgracia que no nos viniera encima ni mengua que le sacase de su culpable apatía, cuando recordamos que es aquel Rey falto de empuje para cuanto no fuese disponer fiestas y cortejar mujeres, aún es mayor el asombro que causa su imagen así trazada, porque, antes que soberano incapaz, parece padre de un pueblo a quien con su sabiduría hace dichoso.

El doctor había permitido que al mediodía, por ser aquélla la hora de más calor y no ofrecer peligro para la enferma, se abriesen por primera vez las ventanas del aposento de Magdalena; de modo que encontró a ésta sentada en su cama con el deseo retratado en el semblante de respirar aquel aire que le estaba vedado todavía y contemplar de cerca aquel frondoso verdor del parque, bajo cuya sombra no podía correr aún; pero en cambio ya que nada de esto le estaba permitido, había hecho cubrir su cama de flores, como se hace con los palios en la poética fiesta del Corpus.

Supone el crítico que mis personajes todos son yo, con lo cual hace de un Proteo, pues harto diversos caracteres he retratado; y supone además que todos hablan, como yo en igual situación hablaría, con erudición, discretas sutilezas y espíritu filosófico impropios de su condición humilde y hasta de su sexo, ya que a menudo mis mujeres se pasan de listas.

Palabra del Dia

jediael

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