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Los reyes de Calderón, al contrario, parecen pertenecer á otro mundo mejor que los demás mortales; no les obligan los vínculos y leyes que á aquéllos, y hasta sus flaquezas y sus faltas se mitigan embelleciéndolas.

La gente, recordando los tiempos en que arrastraba el fusil de la milicia popular, le apodó el Nacional. Hablaba de la profesión taurina con cierto remordimiento, a pesar de los años transcurridos, y se excusaba de pertenecer a ella.

Trátase, dixo el filósofo, de unos pedacillos de tierra tamaños como vuestro pié, y no porque ni uno de los millones de hombres que pierden la vida solicite un terron siquiera de dicho pedazo; que se trata de saber si ha de pertenecer á cierto hombre que llaman Sultan, ó á otro que apellidan César, no por qué.

Da al supuesto criado pruebas indubitables de la inclinación, que le profesa, y le dice, por último, sin rodeos, que desea casarse con el Marqués, para pertenecer á él en realidad.

Es una lástima les dijo una vez Garmendia que los vascongados, a pesar de ser tan religiosos, sean tan borrachos. ¡Mentira! exclamó Echaide, poniéndose rojo de indignación . El pueblo vascongado es un pueblo honrado, y los que le denigran son indignos de pertenecer a él. Son unos canallas añadió Argonz, con los ojos fuera de las órbitas.

Otros, por haber aplicado profusamente a sus personas el color verde, fueron designados con el nombre de <i>lechuguinos</i>, si bien hay quien atribuye este apodo a la circunstancia de pertenecer los tales <i>lechuguinos</i> a los barrios de Puerta de Tierra y extramuros, donde se crían lechugas.

Después de enjugarlas cuidadosamente, volví de nuevo el rostro hacia los transeúntes, buscando distracción a mi tristeza. Apenas lo había hecho, enfilando la vista por el puente en dirección a la ciudad, veo a lo lejos una colosal nariz que se oculta detrás de la gente, y vuelve a ocultarse, y vuelve a aparecer, aproximándose siempre. Aquella nariz no podía pertenecer, lógicamente, a otro que a Eduardito.

Hay quien atribuye la emigración de los gallegos a su sangre celta, y apoya esta opinión con el dato de que Irlanda, uno de los pueblos donde la raza céltica se conserva más pura, es también pródiga en emigrantes. Yo no quiero negar el espíritu aventurero de la raza céltica, a la que, según parece, tengo el honor de pertenecer; pero, ¿por qué es tan aventurera esta raza?

No se desprendía de este sello ni por un solo momento; aquella divisa, insignificante para otra cualquiera y para ella tan expresiva, no podía pertenecer más que a ella misma. ¡De Judit procede esta carta! exclamó Arturo. Y la dejó escapar de sus temblorosas manos. Pues bien, eso implica la seguridad de que existe aún y piensa en usted... Debe, pues, estar satisfecho.

Ya habrá conocido el lector, siendo tan perspicaz como yo le imagino, que mi amigo Braulio está muy lejos de pertenecer a lo que se llama gran mundo y sociedad de buen tono; pero no es tampoco un hombre de la clase inferior, puesto que es un empleado de los de segundo orden, que reúne entre su sueldo y su hacienda cuarenta mil reales de renta; que tiene una cintita atada al ojal, y una crucecita a la sombra de la solapa; que es persona, en fin, cuya clase, familia y comodidades de ninguna manera se oponen a que tuviese una educación más escogida y modales más suaves e insinuantes.