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Doña Clara, yo os amo; sois lo único á que aspiro; ser vuestro y que vos seáis mía, es una gloria que me enloquece... pero noto en vos no qué de terrible, de violento. ¿Os obligan á que os caséis conmigo? por cierto, me obliga mi corazón. ¡Vuestro corazón! habéis pronunciado de tal manera esas palabras, que me espantan; no, vos no me amáis... ¿Quién sabe?

Los rigodones y el vals y la polca se van aclimatando; pero el fandango no se desterró todavía. Hasta las señoritas salen a hacer una mudanza, si las sacan y obligan en cualquiera fiesta campestre, y se mueven y brincan con gallardía y desenfado, y repiquetean con brío las castañuelas.

Eso es Fermín; un soldado, un combatiente de la buena causa, y se le deben dispensar ciertas cosas, porque las necesidades de la campaña le obligan á vivir fuera de su mundo... Pero ya verás cómo cambia, cómo sienta la cabeza el día que tenga á su lado una esposa cristiana, buena y virtuosa. ¿Sabes por qué le miran con tanto agrado tus amigas? Porque están seguras de su porvenir.

Es indudable que el mayor número de desgraciadas criaturas á quienes sus necesidades y talentos, obligan á profesar este empleo, tan honorable en , no escapan sino por la moderación de sus sentimientos, con la ayuda de Dios, ó por la firmeza de sus principios, á las deplorables agitaciones de que no había podido garantirse la señorita Helouin; pero la prueba es temible.

Clara no parece mirar con malos ojos á su fogoso amante, pero la voluntad del gran Maestre y sus esponsales anteriores con D. Tello la obligan al fin á casarse con éste. El desventurado Macías es atacado de una especie de delirio; las endechas de su amor sin esperanza son celebradas en todo el país, y hasta el día de hoy dura la frase de enamorado como Macías.

Somos trasladados á uno de sus conciliábulos, en donde maquinan planes de venganza contra los cristianos: uno de ellos promete preparar un encanto que producirá la muerte y el exterminio de sus enemigos; pero necesita para esto el corazón de un niño cristiano que se distinga de todos por su piedad, y en su consecuencia, muchos de la reunión se obligan á buscar y robar un niño con aquella cualidad.

Las que escribió don Simón, menos relacionado que sus auxiliares con la gente del distrito, venían a decir, salvas ciertas contingencias y otras pequeñeces de estilo, lo siguiente: «Muy estimado amigo y señor mío: Las aflictivas circunstancias por que atraviesa la nación, obligan a los hombres independientes y de recta voluntad a hacer grandes sacrificios.

Porque tengo el derecho de saberlo, porque sus principios religiosos le obligan a decirme toda la verdad, y, finalmente, porque, si usted se empeña, recurriré a otros medios para esclarecer mis dudas... Esta amenaza, lanzada casi sin querer, destruyó las últimas resistencias de la señora Princetot.

En las grandes crecidas, cuando la masa de agua ha disuelto y arrancado la tierra que rodea á esos tejidos de raíces, éstas contienen la rapidez de la corriente, conservando entre sus mallas las partículas de limo; las obligan á depositarse en sus intersticios y forman una capa que reemplaza á la orilla anterior.

La verdad es dije con mucho misterio, que las circunstancias obligan a veces a un hombre a modificar su aspecto todo lo posible y... Pero va creciendo que es un gusto. ¡Hola! exclamó Jorge. Luego no andaba yo tan descaminado, y si no ha sido la hermosa Antonieta, se tratará de otra sirena. Siempre hay por medio alguna sirena, Jorge dije sentenciosamente.