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El propio subjefe, que se había excedido un poco en la bebida, le dirigió una pregunta algo turbadora: ¿Podría usted decirme de qué color serán los niños? ¡Serán a rayas! observó Polsikov. ¿Cómo a rayas? exclamaron, asombrados, los asistentes.

Pastor naciste y pastor eres, ¿gracias a quién? Al duque, su esposo; no lo niego. Como pastor te conduces, y todos, al parecer, para ti somos borregos. ¿No quieres decirme lo que has hablado con el fraile? Te lo diré yo, que a no me duelen prendas, Facundo. Habéis hablado de don Pedrito y Angustias.

No quiero hablarte de su hijo, porque antes ya eludiste esta cuestión y además actualmente viaja por el extranjero. Tío, no es menester que le diga que, cualesquiera que sean las personas que me designe... Bien; pero sepamos antes si tienes que decirme algo contra las que acabo de citarte. ¡De ningún modo! Dios es sabedor de que después de usted son las que más merecen mi cariño.

Dejémoslo aquí, si les parece; y pues que no me sobra el tiempo tampoco, tenga el señor don Santiago la bondad de decirme en qué quedamos de nuestro negocio. Pues en lo dicho, señora marquesa, si usted no dispone otras bases más a su gusto. Yo acepto cuantas usted estime por buenas y equitativas.

El rey no le contestó: se había dormido. Quevedo dió media vuelta y salió vivamente contrariado. ¿Y qué debo yo hacer ahora? dijo cuando se vió en la galería . ¿Irme ó quedarme? y si me quedo, ¿dónde me quedo? ¿Y qué habrá querido decirme el rey?

Procuraré hacer siempre lo que sea de tu agrado continué; y al notar su sonrisa y el leve rubor, no pude menos de decirme, que por lo pronto, representaba bien el panel de Rey y aun le estaba haciendo a éste un famoso servicio. Proseguí, pues, con toda sinceridad. Te aseguro, mi querida prima, que nada en mi vida me ha afectado tan profundamente como la recepción de que he sido objeto hoy.

Miró Sol a Lucía, como preguntándole; a Lucía, que estaba en pie al lado de la cama, duros los labios y los brazos caídos. Juan llamaba a la puerta en este instante, y el médico lo entró en el cuarto, de la mano. Venga a decirme si no es locura pensar que corre riesgo esta linda niña y con los ojos, desdecía el médico sus palabras . Pero es indispensable que la enfermita vea el campo.

Me parece que no. ¿Lo duda usted? . ¿Y quiere usted decirme por qué no me mataré yo? Porque eso sería un gran placer para tres o cuatro honradas personas que yo conozco. Adiós, señora. Aun no se había cerrado la puerta tras el doctor, cuando le Tas salió de una habitación inmediata en compañía de Mantoux. EL PU

Aproximóse al grupo el jinete, y repitió la consabida pregunta: ¿Pueden ustedes decirme si voy bien para casa del señor marqués de Ulloa? El cazador alto se volvió hacia los demás, con familiaridad y dominio.

Sin embargo... parece que... Dígnese usted decirme qué significan sus ingeniosas insinuaciones. Nada absolutamente, amigo mío; no tengo nada que decir a usted ya... Siento solamente que no me haya usted hablado antes de sus proyectos. Me ha tenido usted muy olvidada estos últimos tiempos. La insté inútilmente y no pude sacar nada más.