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Actualizado: 29 de septiembre de 2024


¿Y si no es una calumnia? dijo con voz cavernosa, después de algunos minutos de meditación ¿si en efecto ella... olvidada de todo, le amase?... ella me escribió anoche... él trajo su carta... anduvo muy reservado en sus contestaciones... y es joven y hermoso... tiene esa figura, esa expresión... ese conjunto... esa alma... ese todo que tanto agrada á las mujeres... y la carta de la reina... me le recomendaba eficazmente... veamos otra vez esa carta...

Para ella la butaca en que descansará su cuerpo agitado por la emoción y el miedo, ¡quizá por el amor! En el suelo, el almohadón, bordado por otra mujer ya olvidada, y muy cerca, la silla baja de fumar, que él tomará para , cogiéndola como al descuido, procurando tener la presa al alcance de la mano. Pero en la escalera no suena el esperado taconeo ni el roce crujiente de la falda.

Tendíase la niña boca arriba llevándole abrazado, le apretaba contra su pecho, le besaba, y a veces, olvidada de sus martirios, derramaba lágrimas de ternura. Pero cualquier rumor en la habitación contigua le hacía levantarse sobresaltada con el espanto en los ojos, arrojaba el gato lejos de y esperaba inmóvil lo que viniera. Casi siempre algún castigo cruel.

Mi antigua fe, olvidada hace tiempo, se apodera de nuevo de y explica todo lo que hacemos y todo lo que padecemos. El primer paso errado que diste, sembró el germen del mal; pero desde aquel momento ha sido todo una fatal necesidad.

Rabiosos, locos de odio y de cólera, los dos desgraciados siguieron cambiando durante largo rato insultos, llorando, gritando, jurando. Al fin, cansados, postradísimos, olvidada la ruda querella que acababa de tener lugar entre ellos, se sentaron uno junto a otro y comenzaron a hablar tranquilamente. Los niños se pusieron de nuevo a jugar y a hacer ruido en la habitación próxima.

El abuelo hacía mención especial de él, legándole un campo «para que atendiera á sus gastos particulares, supliendo lo que no le diese su padre». ¡Pero eso representa centenares de miles de pesos! protestó Karl, que se había hecho más exigente al convencerse de que su esposa no estaba olvidada en el testamento. Los días que siguieron á esta lectura resultaron penosos para la familia.

De pronto un gallo, como si recordase repentinamente una orden, olvidada al amanecer, lanzaba las cuatro notas de su vibrante canto al que sólo respondía, por excepción, el ronco trisílabo de un gallito enano y tuerto trepado al eje de un carro en la caballeriza, por cuyos pesebres circulaban cacareando «sotto-voce» las gallinas más inquietas del corral.

Y Leonora, olvidada ya de las aglomeraciones de las grandes ciudades, se admiraba ante la confusión de gente que se agita en la plaza llamada del Prado, donde todos los miércoles se verificaba el gran mercado del distrito.

Y desde entonces, de la noche umbrosa, envuelta la ciudad en el misterio, así me atrae la olvidada fosa perdida en un rincón del cementerio. Cuando paso por las calles de Manila, me parece que resurgen intramuros los recuerdos del ayer; en la vaga somnolencia de la tarde que anochece, evocando voy memorias de heroismo y de poder.

A lo que respondió el ventero: -Pues bien puede leella su reverencia, porque le hago saber que algunos huéspedes que aquí la han leído les ha contentado mucho, y me la han pedido con muchas veras; mas yo no se la he querido dar, pensando volvérsela a quien aquí dejó esta maleta olvidada con estos libros y esos papeles; que bien puede ser que vuelva su dueño por aquí algún tiempo, y, aunque que me han de hacer falta los libros, a fe que se los he de volver: que, aunque ventero, todavía soy cristiano.

Palabra del Dia

jediael

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