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Por la parte del norte, donde está Mendoza, circunda á dichos Césares una laguna de muchas leguas, la que les sirve de fortificacion y muro contra las invasiones de los indios caribes, como son los Puelches, Muyuluques y otras naciones. Con algunas tienen contratadas embarcaciones, cambiando á los indios mieses, trigos, legumbres, y ropas, por vacas que pasan embarcadas por la laguna.

La corriente de la poesía romántica viene desde la antigüedad, cuyos arroyos tributarios la alimentaron sin disputa, ya cambiando el color de sus aguas, ya perdiéndose en ella.

Oye y ¿qué explicó ayer el catedrático? preguntó cambiando de conversacion. Ayer no hubo clase. ¡Ojó! ¿Y antes de ayer? ¡Hombre, jueves! Es verdad ¡qué bruto soy! Sabes, Plácido, ¿que me voy volviendo bruto? Y ¿el miércoles? ¿El miércoles? Aguarda... el miércoles lloviznó. ¡Magnífico! ¿y el martes, chico?

¡Y siempre vos tan buena! dijo Quevedo, á cuyos ojos asomó una lágrima-; ¡tan buena!... ¡tan hermosa y tan desgraciada! pero cambiando repentinamente de tono, dijo: ¿conque el rey que os casó mal, os ha desmaridado bien? ¡Cómo! ¿sabéis?... que por meterse en oficios de dueña, y por el pecado de torpe, anda por esas tierras desterrado el conde de Lemos, mi señor.

El subprefecto que es también hombre agradable, ó que, al menos cree serlo, lo que viene á ser lo mismo para su satisfacción personal, dijo entonces graciosamente, acariciando con una mano gordinflona sus espléndidas patillas, que había en el castillo muchos ojos bastante bellos para explicar tantos misterios; que sospechaba mucho que el intendente fuese un pretendiente, y que además el amor era padre legítimo de la locura é intendente natural de las desgracias... Cambiando de tono repentinamente: Sobre todo, señora agregó, si usted tiene la menor inquietud con respecto á ese individuo, le haré interrogar mañana mismo, por el cabo de la gendarmería.

Pasaban el tiempo discutiendo acaloradamente, cambiando insultos y buscándose á continuación, como si no pudieran vivir el uno sin el otro. Este no se batía por la libertad de tales ó cuales pueblos. Tenía la vista larga: no era miope y egoísta, como su amigo «el catalán». Daba su sangre por que el mundo entero fuese libre y desapareciesen todas las monarquías.

En el cerebro le fulguró esta idea: «Si conforme traigo la capa nueva, trajera la vieja....» Y al entrar en su casa: ¡Maldito de ! No debí dejar escapar aquel acto de cristiandad. Dejó la medicina que traía, y, cambiando de capa, volvió á echarse á la calle. Al poco rato, Rufinita, viéndole entrar en cuerpo, le dijo asustada: Pero, papá, ¡cómo tienes la cabeza!... ¿En dónde has dejado la capa?

En el espacio que se recorre al quinto dia, se distinguen dos especies de palmas , desconocidas en Moxos. Por la tarde, empiezan á mostrarse en lo vago del horizonte las cimas de la Cordillera, que bien pronto desaparecen detras de los inmensos bosques, despues de haber consolado al pobre viagero cambiando la monotonía del paisage.

Quiero irme para no verte, para olvidarte... porque te odio, ¡te aborrezco!... Luego, agregó en tono de regaño: Vaya usted a la sala: vaya usted a saludar al señor cura. Ya preguntó por usted. ¿Preguntó por ? ; quiere conocer esta buena alhaja. Y cambiando de acento, festiva y urgente: ¡Anda, anda! Te verían entrar y dirán que estás aquí, charlando conmigo. Déjame, que deseo acabar.

Calló un momento, y cambiando el curso de sus ideas, añadió: Reconozco, sin embargo, que su conducta es hermosa. ¡Qué generosidad la de las mujeres cuando creen llegado el momento de ofrecer!... Su padre le inspira gran miedo por sus cóleras, y sin embargo se queda una noche fuera de casa con uno á quien apenas conoce y en el que no pensaba á media tarde... La nación siente gratitud por los que van á exponer su existencia, y ella, la pobrecilla, desea hacer algo también por los destinados á la muerte, darles un poco de felicidad en la última hora... y regala lo mejor que posee, lo que no puede recobrarse nunca.